EMOCIONALMENTE, el hombre sobrepasa a sus antepasados animales en su capacidad de apreciar el humor, el arte y la religión. Socialmente, el hombre exhibe su superioridad por cuanto es fabricante de herramientas, comunicador y creador de instituciones.
Cuando los seres humanos conservan los grupos sociales por mucho tiempo, dichos conjuntos siempre resultan en la creación de ciertas tendencias de actividad que culminan en la institucionalización. La mayoría de las instituciones del hombre han resultado econimizadoras de trabajo y, a la vez, contribuyen un tanto a mejorar la seguridad del grupo.
El hombre civilizado se precia considerablemente del carácter, la estabilidad y continuidad de sus instituciones establecidas, pero todas las instituciones humanas no son sino las costumbres acumuladas del pasado en tanto han sido conservadas por los tabúes y dignificadas por la religión. Tales legados llegan a ser tradiciones, y las tradiciones, a la larga, se transforman en convenciones.