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Las Instituciones Humanas Primitivas

6. El Fuego con Relación a la Civilización

69:6.1

La sociedad primitiva con sus cuatro divisiones—industrial, reguladora, religiosa y militar– surgió de la instrumentalidad del fuego, los animales, los esclavos y la propiedad.

69:6.2

El encendido del fuego, de un solo salto, separó al hombre del animal para siempre. Constituye el invento, o descubrimiento, humano fundamental. El fuego permitió que el hombre permaneciera en el suelo por la noche ya que todos los animales lo temen. El fuego fomentó el trato social al atardecer; no solo resguardaba del frío y de las bestias feroces, sino que también servía de protección contra los fantasmas. En un principio se utilizó más para alumbrar que para calentar; muchas tribus atrasadas se niegan a dormir a menos que arda una llama por toda la noche.

69:6.3

El fuego fue un gran civilizador, dotando al hombre del primer medio por el cual podría ser altruista sin perder nada, pues le permitió regalar brasas candentes a un vecino sin privarse a sí mismo. El fuego de la hoguera, el cual lo atendía la madre o la primogénita, fue el primer educador, pues requirió vigilancia y constancia. El hogar primitivo no fue un edificio, sino que la familia se reunía en torno al fuego, la hoguera familiar. Cuando un hijo fundaba un nuevo hogar, se llevaba una tea de la hoguera de la familia.

69:6.4

Si bien Andón, el descubridor del fuego, no quiso tratarlo como objeto de adoración, gran parte de sus descendientes consideraron la llama como fetiche o espíritu. No lograron aprovechar los beneficios sanitarios del fuego puesto que no quisieron quemar los desechos. El hombre primitivo temió al fuego y siempre procuró mantenerlo de buena disposición, de aquí el esparcimiento del incienso. Bajo ninguna circunstancia escupían en el fuego, tampoco pasaban entre una persona y un fuego ardiente. Los primeros miembros del género humano tuvieron por sagrados incluso las piritas de hierro y las piedras que se usaban para encender el fuego.

69:6.5

Fue pecado extinguir una llama; si una choza se incendiara, se le dejaba arder. Los fuegos de los templos y capillas fueron sagrados, y nunca se permitió que se apagaran, con la salvedad de que acostumbraban encender nuevas llamas cada año o después de alguna calamidad. Se seleccionaban mujeres para sacerdotisas debido a que ellas eran los custodios de las hogueras domésticas.

69:6.6

Los mitos primitivos acerca de cómo el fuego descendió de los dioses, surgieron de las observaciones de los incendios ocasionados por los rayos. Estos conceptos de origen sobrenatural resultaron directamente en la adoración del fuego, y la adoración del fuego resultó en la costumbre de «pasar por el fuego», un ejercicio que se realizó hasta los tiempos de Moisés. Aún persiste el concepto de pasar por el fuego tras la muerte. El mito del fuego fue un gran vínculo en los tiempos primitivos y aún perdura en el simbolismo de los parsis.

69:6.7

El fuego resultó en la cocción, y «los comedores de lo crudo» pasó a ser una forma de irrisión. La cocción aminoró el gasto de energía vital necesaria para la digestión de la comida y, de este modo, dejó al hombre primitivo con fuerzas para la cultura social; por otro lado, la cría de animales, que redujo el esfuerzo necesario para conseguir la comida, proporcionó tiempo para las actividades sociales.

69:6.8

Conviene tener presente que el fuego abrió las puertas de la metalurgia y resultó en el descubrimiento subsiguiente de la energía de vapor y los aprovechamientos actuales de la electricidad.


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