No se envió el Príncipe Planetario de Urantia solo a su misión, sino que fue acompañado por el cuerpo acostumbrado de asistentes y auxiliares administrativos.
Encabezó este grupo Daligastia, el asistente asociado del Príncipe Planetario. Daligastia también era un Hijo secundario Lanonandek, el número 319.407 de dicha orden. Tenía rango de asistente en el momento de ser asignado al puesto de asociado de Caligastia.
El séquito comprendía gran cantidad de ángeles cooperadores y una multitud de otros entes celestiales que se asignaron a fin de llevar adelante los intereses y promover el bienestar de las razas humanas. Pero desde vuestro punto de vista, el grupo más interesante de todo el séquito del Príncipe era el de los miembros corpóreos—a los cuales, a veces, se les refiere como los cien de Caligastia.
Caligastia escogió a estos cien miembros rematerializados para su organización entre más de 785.000 ciudadanos ascendentes de Jerusem que se ofrecieron para embarcarse en la aventura de Urantia. Cada uno de los cien elegidos provenía de un planeta diferente, y ninguno de ellos era de Urantia.
Se trajeron estos voluntarios jerusemitas directamente de la capital del sistema hasta Urantia por transporte seráfico; y, a su llegada, se mantuvieron enserafinados hasta tanto se les pudiera dar la forma de personalidad de naturaleza dual del servicio planetario especial. Eran verdaderos cuerpos de carne y hueso que, a la vez, estaban sintonizados con los circuitos vitales del sistema.
Antes de la llegada de estos cien ciudadanos de Jerusem, los dos Portadores de Vida supervisores que residían en Urantia, tras haber perfeccionado sus planes, solicitaron permiso a Jerusem y Edentia para trasplantar el plasma vital de cien supervivientes seleccionados de la descendencia de Andón y Fonta a los cuerpos materiales destinados para los miembros corpóreos del Príncipe. Se otorgó el permiso en Jerusem y se aprobó en Edentia.
Por consiguiente, los Portadores de Vida seleccionaron a cincuenta varones y cincuenta hembras de la posteridad de Andón y Fonta, que representaban la supervivencia de las mejores variedades de aquella raza única. Con una o dos excepciones, estos andonitas que tanto contribuyeron al progreso de la raza no se conocían entre sí. Provenían de lugares separados por grandes distancias. Mediante la dirección coordinada de los Ajustadores del Pensamiento y la conducción seráfica se juntaron en el umbral de la sede central del Príncipe. Aquí los cien sujetos humanos se pusieron al cargo de la comisión de voluntarios sumamente capaces de Avalón que dirigió la extracción material de una porción del plasma vital de estos descendientes andónicos. Este material viviente, a su vez, se transfirió a los cuerpos materiales hechos para uso de los cien miembros jerusemitas del séquito del Príncipe. Entretanto, estos ciudadanos recién llegados de la capital del sistema se mantuvieron en el sueño del transporte seráfico.
Estos sucesos, juntamente con la creación concreta de los cuerpos especiales para los cien de Caligastia, dieron origen a numerosas leyendas, gran parte de las cuales se confundieron más tarde con las tradiciones posteriores acerca de la instalación planetaria de Adán y Eva.
Toda la ejecución de la repersonalización duró precisamente diez días, desde que llegaron de Jerusem los transportes seráficos que portaban a los cien voluntarios, hasta que recuperaron éstos el conocimiento, ya convertidos en seres triples del reino.