En los planetas normales y leales, esta época se inaugura con las razas mortales mezcladas y biológicamente vigorosas. No hay problemas de raza ni de color; literalmente todas las naciones y las razas son de una sola sangre. Florece la hermandad entre los hombres, y las naciones están aprendiendo a vivir en la tierra en paz y tranquilidad. Un mundo de este tipo se encuentra en el umbral de un gran desarrollo intelectual culminante.
Cuando un mundo evolucionario madura de este modo para la edad de magistrado, un representante de la alta orden de Hijos Avonales hace su aparición en misión magisterial. El Príncipe Planetario y los Hijos Materiales se originan en el universo local; el Hijo Magisterial proviene del Paraíso.
Cuando los Avonales del Paraíso llegan a las esferas mortales en acciones judiciales, solamente como adjudicadores de la dispensación, no están nunca encarnados. Pero cuando vienen en misión magisterial, por lo menos la misión inicial, están siempre encarnados, aunque no experimentan el nacimiento, ni tampoco mueren la muerte del reino. Pueden seguir viviendo por generaciones en aquellos casos en los que permanecen como gobernantes en ciertos planetas. Cuando concluyen su misión, abandonan la vida planetaria y retornan a su estado anterior de filiación divina.
Cada nueva dispensación amplía el horizonte de la religión revelada, y los Hijos Magisteriales extienden la revelación de la verdad para describir los asuntos del universo local y de todos sus tributarios.
Después de la visita inicial de un Hijo Magisterial, las razas pronto efectúan su liberación económica. El trabajo diario necesario para mantener la propia independencia sería representado por dos horas y media de vuestro tiempo. Es perfectamente seguro liberar a estos mortales éticos e inteligentes. Tales gentes refinadas saben bien cómo utilizar el tiempo libre para el automejoramiento y el avance planetario. Esta edad presencia la purificación ulterior de los linajes raciales mediante una restricción de la reproducción entre los individuos menos adecuados y pobremente dotados.
El gobierno político y la administración social de las razas continúan mejorando, estando el autogobierno bastante bien establecido hacia fines de esta edad. Al decir autogobierno referimos al tipo más elevado de gobierno representativo. Estos mundos avanzan y honran tan sólo a aquellos líderes y gobernantes que son más adecuados para sobrellevar las responsabilidades sociales y políticas.
Durante esta época los Ajustadores moran en la mayoría de los mortales del mundo. Pero aun en este momento, el otorgamiento de los Monitores Divinos no es siempre universal. Los Ajustadores de destino de fusión aun no son otorgados a todos los mortales planetarios; todavía hace falta que las criaturas volitivas elijan a los Monitores Misteriosos.
Durante las edades finales de esta dispensación, la sociedad comienza a retornar a formas de vida más sencillas. La naturaleza compleja de una civilización en avance está terminando su curso, los mortales están aprendiendo a vivir de una manera más natural y eficaz. Y esta tendencia aumenta con cada una de las épocas subsiguientes. Ésta es la edad del florecimiento del arte, la música y el aprendizaje superior. Las ciencias físicas ya han alcanzado su cúspide del desarrollo. La terminación de esta época, en un mundo ideal, presencia la plenitud de un gran despertar religioso, un esclarecimiento espiritual mundial. Este amplio despertar de la naturaleza espiritual de las razas es la señal para la llegada del Hijo autootorgador y para la inauguración de la quinta época mortal.
En muchos mundos ocurre que el planeta no se encuentra preparado para recibir a un Hijo autootorgador después de una sola misión magisterial; en ese caso habrá una segunda, aun una sucesión de misiones de Hijos Magisteriales, cada uno de los cuales avanzará a las razas de una dispensación a la otra hasta que el planeta esté listo para el don del Hijo autootorgador. En la segunda misión y en las misiones subsiguientes los Hijos Magisteriales pueden o no estar encarnados. Pero sean cuantos sean los Hijos Magisteriales que aparezcan y aun pueden venir como tales después del Hijo autootorgador—el advenimiento de cada uno marca el fin de una dispensación y el comienzo de la otra.
Estas dispensaciones de los Hijos Magisteriales abarcan entre veinticinco y cincuenta mil años del tiempo de Urantia. A veces una época de este tipo es mucho más corta y en raros casos aún más larga. Pero en la plenitud del tiempo uno de estos mismos Hijos Magisteriales nacerá como Hijo autootorgador Paradisiaco.