DESPUÉS de la conclusión del discurso de despedida a los once, Jesús conversó casualmente con ellos y recordó muchas experiencias que se referían a ellos como grupo e individualmente. Por fin, estos galileos estaban empezando a darse cuenta de que su amigo y maestro iba a dejarlos, y su esperanza se aferró a la promesa de que después de poco tiempo, él nuevamente estaría con ellos; pero se inclinaban a olvidar que esta visita de retorno también sería por un corto tiempo. Muchos de los apóstoles y discípulos principales pensaban que esta promesa de retornar por una corta temporada (el corto intervalo entre la resurrección y la ascensión) indicaba que Jesús se iba tan sólo para hacer una breve visita a su Padre, después de la cual volvería para establecer el reino. Esta interpretación de sus enseñanzas se adaptaba bien tanto a sus creencias preconcebidas, como a sus esperanzas más ardientes. Puesto que sus creencias de toda una vida y sus esperanzas de satisfacer sus anhelos de esta manera concordaban, no les fue difícil interpretar las palabras del Maestro de un modo que justificara sus anhelos profundos.
Después de comentar sobre el discurso de despedida, y al comenzar sus palabras a asentarse en la mente de ellos, Jesús llamó nuevamente a los apóstoles al orden y comenzó a impartirles sus advertencias y admoniciones finales.