JESÚS pensaba pasar ese jueves, su último día libre en la tierra como Hijo Divino encarnado, con sus apóstoles y unos pocos discípulos leales y devotos. Poco después de la hora del desayuno de esa hermosa mañana, el Maestro los condujo a un sitio retirado a poca distancia, más alto que el campamento, y allí les enseñó muchas nuevas verdades. Aunque Jesús pronunció otros discursos a los apóstoles durante las horas tempranas de la tarde de ese día, esta conversación del jueves por la mañana fue su sermón de despedida al grupo combinado de apóstoles y discípulos elegidos que estaban en el campamento, tanto judíos como gentiles. Los doce estaban todos presentes, excepto Judas. Pedro y varios de los apóstoles mencionaron su ausencia, y algunos de ellos pensaron que Jesús lo había enviado a la ciudad para ocuparse de algún asunto, probablemente para arreglar los detalles de la inminente celebración de la Pascua. Judas no retornó al campamento hasta mediados de la tarde, poco tiempo antes de que Jesús condujera a los doce a Jerusalén para compartir la Última Cena.