DURANTE el viaje por el Mediterráneo, Jesús había estudiado cuidadosamente a las personas con quien se encontraba y los países por los cuales pasaba, y por esta época llegó a tomar su decisión final respecto a lo que le faltaba por vivir en la tierra. Había considerado en todos sus detalles y ahora finalmente aprobado el plan que estipulaba que nacería de padres judíos en Palestina, y por lo tanto, regresó deliberadamente a Galilea para esperar el comienzo de su tarea de la vida como maestro público de la verdad; comenzó a trazar planes para una carrera pública en la tierra del pueblo de su padre José, y esto lo hizo por su propia voluntad.
Jesús había descubierto por experiencia personal y humana, que Palestina sería el teatro más adecuado, dentro del entero mundo romano, para el desenvolvimiento y representación de los últimos capítulos de las escenas finales de su vida en la tierra. Por primera vez, le satisfizo plenamente la idea de manifestar sin ambages su verdadera naturaleza y de revelar su identidad divina entre los judíos y los gentiles de su nativa Palestina. Definitivamente decidió terminar su vida mortal en la carne en la misma tierra en la que había comenzado su experiencia humana como niño indefenso. Su carrera en Urantia había comenzado en Palestina entre los judíos, y decidió cerrar el capítulo de su vida, en Palestina, entre los judíos.