Fue una ocasión solemne en Salvington casi mil millones de años atrás cuando los directores y jefes reunidos del universo de Nebadon oyeron a Micael anunciar que su hermano mayor, Emanuel, asumiría pronto la autoridad en Nebadon mientras él (Micael) se ausentaba en una misión no explicada. No se hizo ningún otro anuncio relativo a esta transacción, excepto que la transmisión de despedida a los Padres de la Constelación, entre otras instrucciones, decía: «Y durante este período os pongo al cuidado y protección de Emanuel, mientras yo cumplo el mandato de mi Padre en el Paraíso».
Después de enviar su transmisión de despedida, Micael apareció en el campo de despacho de Salvington, así como lo había hecho en muchas ocasiones previas al prepararse para partir hacia Uversa o al Paraíso, excepto que esta vez se presentó solo. Concluyó su declaración de partida con estas palabras: «Os dejo por una corta temporada. Muchos de vosotros, lo sé, querrían ir conmigo, pero allí donde voy, vosotros no podéis venir. Lo que estoy por hacer, vosotros no lo podéis hacer. Yo voy para hacer la voluntad de las Deidades del Paraíso, y cuando haya completado mi misión y haya adquirido esta experiencia, volveré a ocupar mi sitio entre vosotros». Habiendo hablado así, Micael de Nebadon se desvaneció de la vista de todos los que estaban allí reunidos y no volvió a aparecer durante veinte años de tiempo estándar. En todo Salvington, tan sólo la Ministra Divina y Emanuel sabían lo que estaba ocurriendo, y el Unión de los Días compartía su secreto tan sólo con el ejecutivo en jefe del universo, Gabriel, la Brillante Estrella Matutina.
Todos los habitantes de Salvington y aquellos que residían en los mundos sedes de las constelaciones y de los sistemas se reunieron en sus respectivas estaciones de recepción para escuchar la inteligencia universal, esperando recibir alguna noticia sobre la misión y las andanzas del Hijo Creador. No fue hasta el tercer día después de la partida de Micael hasta que se recibió un mensaje posiblemente significativo. En este día se registró una comunicación en Salvington desde la esfera Melquisedek, la sede de esa orden en Nebadon, que simplemente registraba esta transacción extraordinaria y jamás oída anteriormente: «Hoy al mediodía apareció en el campo de recepción de este mundo un extraño Hijo Melquisedek, que no pertenece a nuestras filas pero que es totalmente igual a nuestra orden. Venía acompañado de un omniafín solitario que traía credenciales desde Uversa y presentó órdenes dirigidas a nuestro jefe, derivadas de los Ancianos de los Días y certificadas por Emanuel de Salvington, instruyendo que este nuevo Hijo Melquisedek fuera recibido en nuestra orden y asignado al servicio de urgencia de los Melquisedek en Nebadon. Así como fue ordenado, así lo hicimos».
Esto es prácticamente todo lo que aparece en los registros de Salvington relativo al primer autootorgamiento de Micael. Nada más aparece hasta cien años más tarde, medidos en tiempo de Urantia, cuando se registra el hecho del retorno de Micael, que vuelve a tomar sin anuncio previo, la dirección de los asuntos del universo. Pero se encuentra un registro extraño en el mundo Melquisedek, una narración del servicio de este singular Hijo Melquisedek del cuerpo de urgencia de esa época. Este registro se preserva en un sencillo templo que ocupa ahora la parte de adelante del hogar del Padre Melquisedek, y comprende el relato del servicio de este Hijo Melquisedek transitorio en relación con su asignación a veinticuatro misiones de urgencia en el universo. Y este registro, que tan recientemente he repasado, concluye así:
«Al mediodía de este día, sin previo anuncio y presenciado tan sólo por tres de nuestra fraternidad, este Hijo visitante de nuestra orden desapareció de nuestro mundo así como había llegado, acompañado tan sólo por un omniafín solitario; este expediente ha sido cerrado con la certificación de que este visitante vivió como un Melquisedek, en semejanza de Melquisedek trabajó como un Melquisedek, y realizó fielmente todas sus asignaciones como Hijo de urgencia de nuestra orden. Por consentimiento universal se ha tornado jefe de los Melquisedek, habiéndose ganado nuestro amor y adoración por su sabiduría incomparable, amor supremo y extraordinaria devoción al deber. El nos amó, nos comprendió y sirvió con nosotros, y por siempre seremos sus compañeros Melquisedek leales y devotos, pues este extraño en nuestro mundo se ha vuelto ahora eternamente un ministro universal de naturaleza Melquisedek».
Esto es todo cuanto se me permite deciros sobre el primer autootorgamiento de Micael. Nosotros, por supuesto, comprendemos plenamente que este extraño Melquisedek que tan misteriosamente sirviera con los Melquisedek mil millones de años atrás, no era otro sino el Micael encarnado, en la misión de su primer autootorgamiento. Los registros no declaran específicamente que este Melquisedek único y eficiente era Micael, pero se cree universalmente que así fue. Probablemente no se puede encontrar la declaración de este hecho fuera de los registros de Sonarington, y los registros de ese mundo secreto no están abiertos para nosotros. Sólo en este mundo sagrado de los Hijos divinos se conocen plenamente los misterios de la encarnación y el autootorgamiento. Todos conocemos los hechos de los autootorgamientos de Micael, pero no comprendemos de qué manera se realizan. No sabemos cómo el gobernante de un universo, el creador de los Melquisedek, puede tan repentina y misteriosamente volverse uno de ellos, y como uno de ellos, puede vivir y trabajar como un Hijo Melquisedek por cien años. Pero eso fue lo que ocurrió.