Con el pasar de una década, Melquisedek organizó sus escuelas en Salem, según el antiguo sistema que había sido desarrollado por los primitivos sacerdotes setitas en el segundo Edén. Aun la idea de un sistema de diezmo, que fue introducido por su con-verso posterior, Abraham, también se derivaba de las tradiciones residuales de los métodos de los antiguos setitas.
Melquisedek enseñó el concepto de un solo Dios, una Deidad universal, pero permitió que el pueblo asociara sus enseñanzas con el Padre de la Constelación de Norlatiadek, a quien denominaba El Elyón—el Altísimo. Melquisedek permaneció prácticamente silencioso en cuanto a la situación de Lucifer y el estado general en Jerusem. Lanaforge, el Soberano del Sistema, poco tuvo que ver con Urantia hasta después de la terminación del autootorgamiento de Micael. Para la mayoría de los estudiantes de Salem, Edentia era el cielo y el Altísimo era Dios.
El símbolo de los tres círculos concéntricos, que Melquisedek adoptó como insignia de su autootorgamiento, fue interpretado por una mayoría de la gente como símbolo de los tres reinos de los hombres, los ángeles y Dios. Se les permitió que perseveraran en esa creencia; muy pocos de sus seguidores supieron jamás que esos tres círculos eran el emblema de la infinidad, la eternidad y la universalidad de la Trinidad del Paraíso de mantenimiento y dirección divinos; aun Abraham prefirió considerar que este símbolo represente a los tres Altísimos de Edentia, puesto que se le había instruido que los tres Altísimos funcionaban como uno. Melquisedek hasta cierto punto enseñó el concepto de la Trinidad, simbolizado en su insignia, lo que generalmente relacionaba con los tres gobernantes Vorondadek de la constelación de Norlatiadek.
Para la masa de sus seguidores, se limitó a enseñar el hecho del gobierno de los Altísimos de Edentia, los Dioses de Urantia. Pero Melquisedek enseñó la verdad avanzada a algunos, verdad que comprendía la conducta y organización del universo local, mientras que a su brillante discípulo Nordán el Ceneo y su grupo de discípulos sinceros les enseñó las verdades del superuniverso y aun de Havona.
Los familiares de Katro, con quien Melquisedek vivió más de treinta años, conocían muchas de estas verdades más elevadas y las perpetuaron por largo tiempo en su familia, hasta los días de su ilustre descendiente Moisés, quien de este modo tuvo a su disposición la imponente tradición de los días de Melquisedek proveniente de esta rama de su familia, correspondiente a su padre, a la vez que, a través de otras fuentes, por parte del linaje de su madre.
Melquisedek enseñó a sus seguidores todo lo que ellos tenían capacidad para recibir y asimilar. Aun muchas ideas religiosas modernas sobre el cielo y la tierra, el hombre, Dios y los ángeles no están muy distantes de estas enseñanzas de Melquisedek. Pero este gran maestro subordinó todo abajo de la doctrina del Dios único, una Deidad universal, un Creador celestial, un Padre divino. Hizo hincapié sobre esta enseñanza con el propósito de atraer la adoración del hombre y de preparar el camino para la aparición subsiguiente de Micael como Hijo de este mismo Padre Universal.
Melquisedek enseñó que en algún momento futuro otro Hijo de Dios vendría en la carne así como él lo había hecho, pero que nacería de una mujer; y por eso numerosos maestros futuros sostendrían que Jesús era un sacerdote, o un ministro, «para siempre de la orden de Melquisedek».
Así pues Melquisedek preparó el camino e inició la etapa monoteísta en la tendencia mundial para el autootorgamiento de un verdadero Hijo Paradisiaco del Dios único, a quien él tan vívidamente describió como el Padre de todos, y a quien él representó a Abraham como el Dios que acepta al hombre en términos sencillos de fe personal. Y Micael, cuando apareció en la tierra, confirmó todo lo que Melquisedek había enseñado sobre el Padre del Paraíso.