Las primeras oraciones fueron simplemente deseos verbalizados, la expresión de deseos sinceros. Luego la oración se volvió una técnica para obtener la cooperación de los espíritus. Finalmente llegó a la función más elevada de asistir a la religión en la conservación de todos los valores nobles.
Tanto la oración como la magia surgieron como resultado de las reacciones de adaptación del hombre al medio ambiente urantiano. Sin embargo aparte de esta relación generalizada, tienen poco en común. La oración siempre ha indicado una acción positiva del ego que está orando. Siempre ha sido psíquica y a veces espiritual. La magia ha usualmente significado un intento de manipular la realidad sin afectar al ego del manipulador, el practicante de la magia. A pesar de sus orígenes independientes, la magia y la oración se han interrelacionado frecuentemente en sus etapas más recientes de desarrollo. La magia ha ascendido a veces mediante la elevación de sus objetivos desde las fórmulas, a través de los ritos y encantamientos, hasta el umbral de la verdadera oración. La oración en ocasiones se ha vuelto tan materialista que ha degenerado en una técnica seudomágica de evitar el gasto de ese esfuerzo que se requiere para la solución de los problemas urantianos.
Cuando el hombre aprendió que la oración no fuerza a los dioses, ésta se volvió más una solicitud, una búsqueda de favor. Pero la oración más verdadera es en realidad una comunión entre el hombre y su Hacedor.
La aparición de la idea del sacrificio en cualquier religión disminuye infaliblemente la mayor eficacia de la verdadera oración en cuanto los hombres buscan sustituir las ofrendas de posesiones materiales por la ofrenda de sus propias voluntades consagradas a hacer la voluntad de Dios.
Cuando la religión se despoja de un Dios personal, sus oraciones se traducen en niveles de teología y filosofía. Cuando el concepto más elevado de Dios de una religión es el de una deidad impersonal, tal como ocurre en el idealismo panteístico, aunque éste permita cierta base para ciertas formas de comunión mística, destruye el poder de la verdadera oración, que siempre simboliza la comunión del hombre con un ser personal y superior.
Durante los tiempos más primitivos de la evolución racial y aun en el tiempo presente, en la experiencia diaria del mortal común, la oración es en gran medida un fenómeno de la conversación del hombre con su propio subconsciente. Pero también existe un dominio de la oración en el que el individuo intelectualmente alerta y espiritualmente progresista logra un mayor o menor contacto con los niveles superconscientes de la mente humana, el dominio del Ajustador del Pensamiento residente. Además hay una fase espiritual definida de la verdadera oración que se refiere a su recepción y reconocimiento por parte de las fuerzas espirituales del universo, y que es enteramente distinta de toda asociación humana e intelectual.
La oración contribuye en gran medida al desarrollo del sentimiento religioso de una mente humana en evolución. Es una influencia poderosa que actúa para prevenir el aislamiento de la personalidad.
La oración representa una técnica asociada con las religiones naturales de la evolución racial que también forma parte de los valores experienciales de las religiones más elevadas de excelencia ética, las religiones de revelación.