El sacrificio humano, a lo largo de la evolución de los ritos de Urantia, ha avanzado desde sus manifestaciones sangrientas que consistían en comer carne humana, hasta llegar a niveles más elevados y simbólicos. Los primitivos ritos de sacrificio dieron origen a las ceremonias más recientes del sacramento. Con el pasar del tiempo únicamente el sacerdote comía parte del sacrificio canibalístico o bebía una gota de sangre humana, y luego los demás compartían el sustituto animal. Estas ideas primitivas de rescate, redención y pactos evolucionaron a los servicios sacramentales de épocas más recientes. Toda esta evolución ceremonial ha ejercido una enorme influencia socializadora.
En conexión con el culto de la Madre de Dios, en México y en otros lugares, finalmente se utilizó un sacramento de pan y vino en lugar de la carne y sangre de los sacrificios humanos más antiguos. Los hebreos practicaron por mucho tiempo este rito como parte de sus ceremonias de pascua, y éste fue el ceremonial que más tarde dio origen a la versión cristiana de sacramento.
Las antiguas fraternidades sociales estaban basadas en el rito de beber sangre; la primitiva fraternidad judía era un sacrificio de sangre. Pablo comenzó a construir un nuevo culto cristiano basado en «la sangre del pacto eterno». Aunque tal vez complicara innecesariamente al cristianismo con enseñanzas de sangre y sacrificio, puso fin de una vez por todas a las doctrinas de la redención mediante sacrificios humanos o animales. Sus compromisos teológicos indican que aun la revelación debe someterse al control gradual de la evolución. Según Pablo, Cristo fue el último sacrificio humano y el que colmó la medida; el Juez divino ya está plena y eternamente satisfecho.
Así pues, después de largas edades, el culto del sacrificio ha evolucionado en el culto del sacramento. De esta manera, los sacramentos de las religiones modernas son los legítimos sucesores de aquellas horrorosas ceremonias primitivas de sacrificio humano y de los aún más primitivos ritos canibalísticos. Muchos aún dependen de la sangre para la salvación, pero por lo menos ésta se ha vuelto figurativa, simbólica y mística.