La gran amenaza de la vida familiar es la marejada de autogratificación en peligroso aumento, la manía moderna por el placer. El principal incentivo al matrimonio solía ser económico; la atracción sexual era secundaria. El matrimonio, cimentado en el automantenimiento, conducía a la autoperpetuación y paralelamente proveía una de las formas más deseables de autogratificación. Es la única institución de la sociedad humana que comprende los tres grandes incentivos de la vida.
Originalmente, la propiedad privada era la institución básica de automantenimiento, mientras que el matrimonio funcionaba como institución única de autoperpetuación. Aunque la satisfacción del alimento, el esparcimiento y el humor, juntamente con la indulgencia sexual periódica, eran formas de autogratificación, sigue siendo un hecho que las costumbres en evolución no han conseguido crear una institución separada para la autogratificación. Debido a este fracaso de desarrollar técnicas especializadas de esparcimiento placentero, todas las instituciones humanas están infectadas por la búsqueda del placer. La acumulación de la propiedad se está volviendo un instrumento para aumentar todas las formas de autogratificación, mientras que el matrimonio frecuentemente se considera tan sólo un medio de placer. Esta indulgencia excesiva, esta manía tan común de la búsqueda del placer, constituye ahora la mayor amenaza que haya acosado jamás a la institución evolutiva social de la vida familiar: el hogar.
La raza violeta introdujo una característica nueva y tan sólo imperfectamente comprendida en la experiencia de la humanidad: el instinto del esparcimiento combinado con el sentido del humor. Ya existía éste entre los sangik y los andonitas, pero la raza adánica elevó esta propensidad primitiva a un potencial de placer, una forma nueva y glorificada de la autogratificación. El tipo básico de autogratificación, aparte del satisfacer el hambre de alimento, es la gratificación sexual, y esta forma de placer sensual fue enormemente aumentada por la combinación de los sangik y los anditas.
Existe un verdadero peligro en la combinación de la inquietud, curiosidad, aventura y abandono al placer característica de las razas postanditas. El hambre del alma no puede ser satisfecha por los placeres físicos; el amor del hogar y de los hijos no se aumenta con la búsqueda tonta del placer. Aunque agotéis los recursos del arte, el color, el sonido, el ritmo, la música y el adorno de la persona, no podréis esperar elevar de ese modo el alma ni alimentar el espíritu. La vanidad y la moda no pueden ministrar al establecimiento del hogar y a la puericultura; el orgullo y la rivalidad no tienen poder alguno para elevar las calidades de sobrevivencia de las generaciones venideras.
Los seres celestiales en avance disfrutan todos del descanso y reciben el ministerio de los directores de reversión. Todos los esfuerzos para obtener una diversión sana y para participar en un esparcimiento elevador son cuerdos; el sueño reparador, el descanso, la recreación y todos los pasatiempos que previenen el aburrimiento de la monotonía son valiosos. Los juegos competitivos, la narración de historias y aun el gusto de las buenas comidas pueden servir como formas de autogratificación. (Al usar la sal para sazonar el alimento, considerad que, por casi un millón de años, el hombre tan sólo podía obtener sal mojando su alimento en las cenizas.)
Dejad que el hombre se divierta; dejad que la raza humana encuentre placer de mil y una maneras; dejad que la humanidad evolucionaria explore todos los tipos de autogratificación legítima, los frutos de su larga lucha biológica hacia arriba. El hombre bien ha ganado algunas de sus felicidades y placeres de hoy en día. ¡Pero no olvidéis el objetivo del destino! Los placeres son en verdad un suicidio si destruyen la propiedad privada, que se ha tornado la institución del automantenimiento; y las autogratificaciones por cierto han costado un precio fatal si traen aparejado el colapso del matrimonio, la decadencia de la vida familiar y la destrucción del hogar—la adquisición evolucionaria suprema del hombre y la única esperanza de la civilización por la supervivencia.
[Presentado por el Jefe de Serafines estacionado en Urantia.]
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