Cuando la dispersión final de los anditas quebró la espina dorsal biológica de la civilización mesopotámica, una pequeña minoría de esta raza superior permaneció en su tierra natal cerca del delta de los ríos. Éstos eran los sumerios; hacia 6000 a. de J.C. habían llegado a ser en gran parte de origen andita, si bien su cultura era más exclusivamente de carácter nodita, y se aferraban a las tradiciones antiguas de Dalamatia. No obstante, estos sumerios de las regiones costeras eran los últimos anditas en Mesopotamia. Pero las razas de Mesopotamia ya estaban completamente mestizadas para esta fecha tardía, tal como lo demuestran los tipos de calavera que se encuentran en las tumbas de esa era.
Susa prosperó enormemente durante los tiempos de las inundaciones. Se inundó la ciudad primera y más baja de tal forma que la ciudad segunda, o la más alta, sucedió a la baja en calidad de centro de las artesanías particulares de aquella época. Al amainar posteriormente las inundaciones, Ur se convirtió en el centro de la industria alfarera. Hace alrededor de siete mil años Ur se encontraba en la orilla del Golfo Pérsico; posteriormente los depósitos de aluvión modificaron la tierra dándole sus límites de hoy día. Las inundaciones incidieron menos en estos asentamientos gracias a obras de control más adecuadas y a la expansión del delta de los ríos.
Los pacíficos cultivadores de granos de los valles de los ríos Eufrates y Tigris venían siendo hostigados, desde hacía mucho tiempo, por los bárbaros de Turquestán y la altiplanicie irania. Pero en este momento una invasión concertada del valle del Eufrates fue incitada por la creciente sequía de los pastizales de las tierras altas. Y esta invasión fue tanto más grave cuanto que estos pastores y cazadores circunvecinos poseían grandes cantidades de caballos domados. La posesión de los caballos les brindó una franca ventaja sobre sus ricos vecinos en el sur. En poco tiempo infestaron la Mesopotamia entera, impulsando a las olas finales de cultura que se propagaron por Europa entera, Asia occidental y África del norte.
Estos conquistadores de Mesopotamia llevaban entre sus efectivos gran parte de la mejor cepa andita de las razas mestizas norteñas de Turquestán, incluyendo un poco de la cepa adansonita. Estas tribus menos avanzadas pero más vigorosas del norte pronto asimilaron voluntariamente los restos de la civilización mesopotámica y en este momento llegaron a convertirse en aquellos pueblos mestizos que se encuentran en el valle del Eufrates al principio de los anales de la historia. No tardaron en resucitar muchas fases de la civilización pasajera de Mesopotamia, adoptando las artes de las tribus del valle y gran parte de la cultura de los sumerios. Incluso procuraron construir una tercera torre de Babel y más tarde adoptaron el término como nombre de su nación.
Cuando estos jinetes barbáricos del noreste infestaron el valle entero del Eufrates, no lograron conquistar los restos de los anditas que moraban junto al delta del río en las riberas del Golfo Pérsico. Estos sumerios pudieron defenderse debido a su inteligencia superior, armas mejores y vasto sistema de canales militares, una red adjunta a sus acequias y estanques de riego que se comunicaban entre sí. Era un pueblo unido porque tenía una sola religión que practicaba el grupo entero. De este modo pudieron mantener su integridad racial y nacional hasta mucho tiempo después de que sus vecinos al noroeste se fraccionaron en ciudades estado. Ninguno de estos grupos municipales pudo vencer a los sumerios unidos.
Los invasores del norte pronto supieron confiar y apreciar como maestros y administradores capaces a estos sumerios amantes de la paz. Fueron altamente respetados y cotizados como maestros del arte y la industria, como directores de comercio y como gobernantes civiles, por todos los pueblos en el norte y desde Egipto en el oeste, hasta India en el este.
Tras el desmoronamiento de la primera confederación sumeria, las ciudades estado posteriores comenzaron a ser gobernadas por los descendientes apóstatas de los sacerdotes setitas. Sólo al realizar conquistas de las ciudades vecinas, estos sacerdotes se hacían llamar reyes. Los futuros reyes de estas ciudades no lograron formar confederaciones poderosas antes de los tiempos de Sargón debido a que cada una celosamente reverenciaba sólo a su propia deidad. Cada ciudad creía que su dios municipal era superior a todos los demás dioses, y por tanto se negaban a someterse a un jefe común.
Sargón, el sacerdote de Cis, que se proclamó rey y emprendió la conquista de la Mesopotamia entera y las tierras adyacentes, terminó este prolongado período de régimen débil de sacerdotes municipales. Por un tiempo, ya no hubo ciudades estado regidas por sacerdotes y colmadas de sacerdotes; cada ciudad contaba con su dios municipal y sus prácticas ceremoniales.
Tras la desintegración de esta confederación de Cis, sobrevino un largo período de guerras sin tregua por la supremacía entre estas ciudades del valle. La soberanía alternaba en distintos períodos entre Sumer, Akkad, Cis, Erec, Ur y Susa.
Alrededor de 2500 a. de J.C. los sumerios sufrieron unos graves reveses a manos de los suitas y guitas del norte. Se vino abajo Lagash, la capital súmera construida en oteros aluviales. Erec sucumbió treinta años después de la caída de Akkad. Hacia la época del régimen de Hamurabi, los sumerios habían sido absorbidos en la población de los semitas del norte, y desaparecieron los anditas mesopotámicos de las páginas de la historia.
De 2500 a 2000 a. de J.C. los nómadas anduvieron haciendo estragos de todo lo que encontraban a su paso desde el Atlántico hasta el Pacífico. Los neritas constituyeron la explosión final del grupo caspio de los descendientes mesopotámicos de las razas mezcladas de anditas y andonitas. Los cambios climáticos subsiguientes acertaron en conseguirlo lo que a los bárbaros les faltó para efectuar la ruina de la Mesopotamia.
Ésta es la historia de la raza violeta después de los días de Adán y de la suerte de su tierra natal entre el Tigris y Eufrates. Su civilización antigua finalmente cayó debido a la emigración de los pueblos superiores y la inmigración de sus vecinos inferiores. Pero mucho antes de que los jinetes barbáricos conquistaran el valle, gran parte de la cultura del jardín se había propagado a Asia, África y Europa, para producir allí los fermentos que han resultado en la civilización del siglo veinte de Urantia.
[Presentado por un Arcángel de Nebadon.]
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