El Adán y la Eva del planeta de Urantia formaron parte del cuerpo decano de Hijos Materiales en Jerusem; a los dos se les había asignado el mismo número 14.311. Pertenecían a la tercera serie física y medían alrededor de dos metros y medio.
Al ser Adán seleccionado para venir a Urantia, prestaba servicio, con su pareja, en los laboratorios de física de pruebas y ensayos de Jerusem. Llevaban más de quince mil años de directores de la división de aplicación de la energía experimental a la modificación de las formas vivientes. Mucho tiempo antes de esto habían sido maestros en las escuelas de ciudadanía para los recién llegados a Jerusem. Se debe tener presente todo lo anterior en relación con la narración de su conducta subsiguiente en Urantia.
Cuando se emitió la proclamación que pedía voluntarios para la misión de aventura adánica en Urantia, se ofreció todo el cuerpo principal de Hijos e Hijas Materiales sin excepción. Los examinadores Melquisedek, con la anuencia de Lana-forge y los Altísimos de Edentia, finalmente seleccionaron a Adán y Eva quienes, posteriormente, llegaron a funcionar como los elevadores biológicos en Urantia.
Adán y Eva habían quedado leales a Micael durante la rebelión de Lucifer; no obstante, a la pareja, se la emplazó para comparecer ante el Soberano del Sistema y su gabinete entero para interrogarla e instruirla. Se hizo una presentación completa y detallada de los asuntos de Urantia; se les instruyó minuciosamente acerca de las directrices a seguir al aceptar las responsabilidades del reinado en un mundo tan trastornado por conflictos. Se les tomó en conjunto juramentos de lealtad a los Altísimos de Edentia y a Micael de Salvington. Se les dio debido aviso para que se consideraran supeditados al cuerpo de síndicos Melquisedek de Urantia hasta tanto dicho órgano directivo estimara conveniente renunciar al mando del mundo al cual se le había adscrito.
Esta pareja jerusemita dejó atrás en la capital de Satania y en otras partes, a cien descendientes—cincuenta hijos y cincuenta hijas– magníficas criaturas que habían salvado los escollos de la progresión y que, en el momento de la partida de sus padres para Urantia, estaban todos en comisión, como fieles gestores, disfrutando de confianza de un universo. Todos estaban presentes en el bello templo de los Hijos Materiales para los actos de despedida relacionados con las últimas ceremonias de aceptación del autootorgamiento. Estos hijos acompañaron a sus padres a la sede de la desmaterialización de su orden y fueron los últimos en despedirse de ellos y desearles éxito divino al dormirse en el lapso de conciencia de la personalidad que precede a la preparación del transporte seráfico. Los hijos pasaron un tiempo juntos regocijándose en la reunión familiar porque sus padres pronto habían de convertirse en las cabezas visibles, en realidad los gobernantes exclusivos, del planeta número 606 del sistema de Satania.
De este modo Adán y Eva dejaron Jerusem entre la aclamación y el beneplácito de sus ciudadanos. Salieron en pos de sus nuevas responsabilidades adecuadamente provistos y con amplia instrucción acerca de cada deber y peligro con que habían de enfrentarse en Urantia.