La situación industrial de este pueblo dista mucho de sus ideales; aún tienen sus dificultades el capital y el trabajo, pero ambos se están ajustando al plan de cooperación sincera. En este continente único los trabajadores se van convirtiendo cada vez más en accionistas de todas las empresas industriales; y cada trabajador inteligente se hace poco a poco en un pequeño capitalista.
Se están aminorando los antagonismos sociales, y está aumentando a la par la buena voluntad. Ningún problema económico grave ha surgido de la abolición de la esclavitud (que ocurrió hace más de cien años), ya que esta modificación se efectuó gradualmente liberando cada año dos por ciento de los esclavos. Se confirió la ciudadanía a aquellos esclavos que aprobaron satisfactoriamente las pruebas físicas, mentales y morales; gran parte de estos esclavos superiores fueron prisioneros de guerra o hijos de dichos prisioneros. Hace unos cincuenta años que se deportaron los últimos esclavos inferiores, y aún más recientemente se están dedicando a reducir el número en las categorías de degenerados y viciosos.
Hace poco esta gente desarrolló nuevas técnicas para solucionar malentendidos industriales y para la corrección de abusos económicos, las que representan marcadas mejoras frente a los antiguos métodos de resolver estos problemas. Se ha proscrito la violencia como procedimiento para solucionar las desavenencias personales o industriales. No se regulan rígidamente los salarios, las ganancias y otros problemas económicos, pero en general los controlan los órganos legislativos de asuntos industriales, mientras que las disputas que surjan de la industria se deciden en las cortes industriales.
Sólo llevan en funcionamiento treinta años las cortes de asuntos industriales, pero funcionan de forma muy satisfactoria. La evolución más reciente dispone que, de este momento en adelante, las cortes de asuntos industriales han de reconocer que la compensación legal corresponde a una de tres divisiones:
1. Tasas legales de interés sobre capital invertido.
2. Salarios razonables en retribución de la destreza y el conocimiento en operaciones industriales.
3. Salarios justos y equitativos como retribución del trabajo.
Éstas se satisfarán de acuerdo con un contrato o, ante una disminución de ganancias, compartirán proporcionalmente una reducción transitoria. Y de ahí en adelante todas las ganancias que excedan estos cargos fijos se considerarán como di videndos y se prorratearán entre las tres divisiones: capital, conocimientos especializados y trabajo.
Cada diez años los ejecutivos regionales ajustan y decretan las horas legales de la jornada diaria de labor. Actualmente la industria opera a base de la semana de cinco días, cuatro de trabajo y uno de distracción. Esta gente labora seis horas cada día de trabajo y, como los estudiantes, nueve meses del año de diez. Suelen pasar las vacaciones viajando, y como recientemente se desarrollaron nuevos métodos de transporte, la nación entera es aficionada a viajar. El clima favorece los viajes unos ocho meses del año, y se aprovechan al máximo las oportunidades.
Hace doscientos años el motivo del lucro dominó la industria por completo, pero hoy en día lo están desplazando a paso acelerado otras fuerzas motoras superiores. En este continente la competencia es intensa, pero se ha transferido gran parte de ella de la industria al juego, a la capacitación, al logro científico y la consecución intelectual. Está muy activa en los servicios sociales y en la lealtad al gobierno. En este pueblo el servicio público se está convirtiendo rápidamente en la meta primaria de la ambición. El hombre más rico del continente trabaja seis horas al día en la oficina de su taller mecánico y luego se apresura a ir a la sucursal local de la escuela de administración estatal, donde procura capacitarse para el servicio público.
El trabajo se está volviendo cada vez más honorable en este continente, y todo ciudadano capaz, mayor de dieciocho años de edad, trabaja o en su casa o en las granjas, o en alguna industria reconocida, o en las obras públicas donde se absorben los desocupados temporales, o en el cuerpo de peones obligatorios de las minas.
Esta gente también va fomentando una nueva forma de repugnancia social—la repugnancia a la ociosidad así como a la riqueza inmerecida. Con paso lento pero seguro van conquistando sus máquinas. Una vez, ellos también bregaron por la libertad política y subposteriormente por la libertad económica. Hoy comienzan a disfrutar de ambas y a apreciar su ocio bien merecido, el cual se puede dedicar al desarrollo y expresión de la autorrealización.