La consanguineidad determinó los primeros grupos sociales; la asociación amplió el clan consanguíneo. Los matrimonios entre miembros de distintos clanes constituyeron el próximo paso en la expansión de los grupos, y la tribu compleja que resultó de ello fue la primera verdadera entidad política. El siguiente adelanto en el desarrollo social fue la evolución de los cultos religiosos y los clubes políticos. Ambos aparecieron por primera vez con carácter de sociedades secretas y primitivamente fueron de carácter totalmente religioso; posteriormente llegaron a ser de carácter regulador. En un principio fueron clubes de hombres; más tarde aparecieron clubes de mujeres. A un cierto punto se dividieron en dos clases: sociopolítico y religioso-místico.
Había muchas razones para mantener estas sociedades en secreto, tales como:
1. El temor de incurrir en el disgusto de los gobernantes por haber transgredido algún tabú.
2. Para practicar ritos religiosos minoritarios.
3. A fin de preservar valiosos secretos de «espíritu» o de comercio.
4. Para gozar de algún amuleto o sortilegio especial.
La calidad secreta de estas sociedades de por sí confería a todos los afiliados el poder del misterio sobre el resto de la tribu. La calidad secreta, además, atrae la vanidad; los iniciados formaban la aristocracia social de su época. Después de la iniciación, los muchachos podían cazar con los hombres; mientras que antes, tenían que recoger vegetales con las mujeres. Era la suprema humillación, una deshonra antes la tribu, que uno no lograra pasar las pruebas de la pubertad, viéndose así obligado a permanecer fuera de la morada de los hombres, junto a las mujeres y niños, y siendo considerado afeminado. Además, a los no iniciados no se les permitía casarse.
Los primitivos enseñaron muy pronto a sus adolescentes la continencia sexual. Llegó a ser costumbre apartar a los jóvenes varones de sus padres desde la pubertad hasta el matrimonio, encomendando su educación y formación a las sociedades secretas de los hombres. Y entre las funciones principales de estos clubes se destacó el control de los varones adolescentes para evitar de este modo que nacieran hijos ilegítimos.
La prostitución comercializada comenzó cuando estos clubes de hombres empezaron a pagar con dinero el usufructo de las mujeres de otras tribus. Pero los grupos más primitivos permanecieron notablemente libres de laxitud sexual.
La ceremonia de la iniciación en la pubertad solía durar por un período de cinco años. Había en estas ceremonias mucha autotortura y dolorosas incisiones. Primitivamente se practicó la circuncisión a manera de rito de iniciación en algunas de estas cofradías secretas. Formaba parte de la iniciación en la pubertad tallarse las marcas tribales en el cuerpo; así se originó el tatuaje, como símbolo de afiliación. Estas torturas y privaciones tenían el propósito de fortalecer a estos jóvenes, de grabar en su mente la realidad de la vida y sus penalidades inevitables. Este objetivo se logra mejor mediante los juegos atléticos y justas físicas que aparecen más adelante.
Pero las sociedades secretas sí intentaban mejorar el sentido moral de los adolescentes; fue propósito primordial de las ceremonias de la pubertad inculcarle al muchacho que debe dejar tranquilas a las esposas ajenas.
Después de estos años de rigurosa disciplina y adiestramiento, justamente antes del matrimonio, se ponía en libertad a los jóvenes para que gozaran de un breve período de ocio y esparcimiento, tras el cual debían regresar para casarse y someterse a los rigores de los tabúes tribales durante el resto de su vida. Esta costumbre antigua ha continuado hasta los tiempos modernos en la noción disparatada de «pasar las mocedades».
Muchas tribus posteriores sancionaron la formación de los clubes secretos de mujeres, a fin de preparar a las muchachas adolescentes para ser esposas y madres. Después de la iniciación, las jóvenes eran aptas para el matrimonio y se les permitía asistir a la «presentación de novia», la fiesta de presentación en sociedad de aquellos tiempos. Las órdenes de mujeres que hacían voto de celibato comenzaron a aparecer muy pronto.
En cierto momento, aparecieron por primera vez clubes no secretos, al formar sus propias organizaciones los grupos de hombres solteros y mujeres no comprometidas. Estas asociaciones fueron en efecto las primeras escuelas. Aunque frecuentemente los clubes femeninos y masculinos se perseguían mutuamente, algunas tribus avanzadas, después del contacto con los maestros de Dalamatia, experimentaron con la enseñanza mixta, fundando escuelas de internados para ambos sexos.
Las sociedades secretas contribuyeron a la formación de las castas sociales, principalmente debido al carácter misterioso de sus iniciaciones. Los afiliados de estas sociedades comenzaron primero a usar máscaras para espantar a los curiosos que querían presenciar sus ritos de luto—la adoración de los antepasados. Más tarde este rito se convirtió en una pseudosesión espiritista en la cual, según se decía, aparecían fantasmas. Las sociedades antiguas del «renacimiento» solían usar señales y emplear un lenguaje secreto especial; también renunciaban solemnemente a ciertos alimentos y bebidas. Actuaban como policía nocturna y, por lo demás, funcionaban en una amplia gama de actividades sociales.
Todas las asociaciones secretas imponían un juramento, urgían la confiabilidad entre sí, y enseñaban a guardar los secretos. Estas órdenes pasmaron y controlaron a las turbas; además actuaban como sociedades de vigilantes practicando linchamientos. Fueron los primeros espías en las guerras tribales y los primeros policías secretos en tiempos de paz. Lo mejor de todo fue que mantuvieron a los reyes inescrupulosos en un trono inseguro. Para contrarrestarlos, los reyes fomentaron el desarrollo de su propia policía secreta.
Estas sociedades dieron lugar a los primeros partidos políticos. El primer gobierno partidista fue de «los fuertes» contra «los débiles». Antiguamente, no se cambiaba de administración sino después de una guerra civil, dando así abundante prueba de que los débiles se habían convertido en fuertes.
Los mercaderes emplearon estos clubes para cobrar sus deudas y los soberanos, para recaudar impuestos. La gravación de impuestos ha constituido una lucha prolongada, figurando entre las primeras formas de ella el diezmo, una décima parte de la caza o del botín. Originalmente se gravaban los impuestos para mantener la casa del rey, pero se descubrió que eran más fáciles de recaudar si se los presentaba como ofrecimiento para sustentar el servicio del templo.
Con el tiempo estas asociaciones secretas se convirtieron en las primeras organizaciones caritativas y después evolucionaron para llegar a ser las primeras sociedades religiosas—los antecesores de las iglesias. Finalmente algunas de estas sociedades se extendieron al ámbito intertribal, formando las primeras cofradías internacionales.