Toda institución humana tuvo un principio, y el gobierno civil es fruto de la evolución progresiva tanto como lo son el matrimonio, la industria y la religión. A partir de los primeros clanes y tribus primitivas se desarrollaron de forma gradual los órdenes sucesivos del gobierno humano que han aparecido y desaparecido hasta que plasmaron en las formas de regulación civil y social que caracterizan al segundo tercio del siglo veinte.
Con el surgimiento paulatino de las unidades familiares, se sentaron los cimientos del gobierno en la organización del clan, la agrupación de familias consanguíneas. El primer verdadero cuerpo gubernamental fue el consejo de los ancianos. Este grupo regulador constó de los ancianos que se habían distinguido en alguna forma eficiente. Hasta el hombre bárbaro sabía apreciar la sabiduría y la experiencia, y sobrevino una prolongada edad de gerontocracia. Gradualmente, este reinado de la oligarquía de la edad avanzada se convirtió en el concepto patriarcal.
En el consejo original de los ancianos se encontraba el potencial de todas las funciones gubernamentales: la ejecutiva, la legislativa y la judicial. Cuando el consejo interpretaba las costumbres vigentes, era el cuerpo tribunal; cuando establecía los nuevos modos de la usanza social, era el legislativo; hasta donde se hacía cumplir estos decretos y promulgaciones, era el ejecutivo. El presidente del consejo fue uno de los antecesores del futuro cacique tribal.
Algunas tribus tuvieron consejos de mujeres y, de cuando en cuando, en muchas tribus rigió una mujer. Ciertas tribus del hombre rojo conservaron las enseñanzas de Onamonalonton al seguir el régimen unánime del «consejo de los siete».
Al género humano le ha costado trabajo aprender que una sociedad polémica no puede gobernar ni la guerra ni la paz. Los primitivos «debates» rara vez compensaron. La raza no demoró en aprender que un ejército comandado por un grupo de jefes de clan no tenía posibilidad alguna contra un ejército fuerte comandado por un solo hombre. La guerra siempre ha sido creadora de reyes.
En un principio se elegían los jefes de guerra únicamente para el servicio militar, y solían renunciar a parte de su autoridad durante los períodos de paz en que sus deberes eran de carácter más bien social. Sin embargo, empezaron poco a poco a inmiscuirse en los intervalos de paz, tendiendo a continuar rigiendo de una guerra a la otra. A menudo se encargaron de que no durara tanto el interín entre guerras sucesivas. Estos primitivos jefes militares no eran aficionados a la paz.
Más adelante se eligieron algunos caciques para servicios que no fueran militares; se seleccionaban debido a un físico insólito o a destacadas aptitudes personales. Los hombres rojos a menudo tenían dos grupos de caciques—los sachems, o caciques de paz, y los caciques de guerra hereditarios. Los gobernadores de paz eran además jueces y maestros.
Algunas comunidades primitivas fueron regidas por curanderos que frecuentemente hacían de caciques. Un solo hombre actuaba de sacerdote, médico y ejecutivo supremo. A menudo las primeras insignias reales habían sido en un principio los símbolos o emblemas de las vestiduras sacerdotales.
Mediante estos pasos fue surgiendo de forma gradual la rama ejecutiva del gobierno. Los consejos del clan y de la tribu continuaron en calidad de asesores y como antecesores de las ramas legislativa y judicial que despuntaron más tarde. En África, hoy en día, todas estas formas de gobierno primitivo están vigentes de hecho en las distintas tribus.