Hace 120.000.000 de años comenzó una nueva fase de la edad de los reptiles. El gran acontecimiento de este período fue la evolución y ocaso de los dinosaurios. La vida animal terrestre alcanzó su máximo desarrollo, en cuanto al tamaño, y al finalizar esta edad, había prácticamente perecido, esfumándose de la faz de la tierra. Los dinosaurios evolucionaron en todos los tamaños, desde una especie de poco más de medio metro de largo, hasta los enormes dinosaurios no carnívoros de casi veintitres metros de largo, a los cuales, hasta la fecha, ninguna criatura viviente les ha igualado en tamaño.
El más grande de los dinosaurios se originó en el oeste de América del Norte. Estos monstruosos reptiles están enterrados en todas las regiones de las Montañas Rocosas, a lo largo del entero litoral atlántico de Norteamérica, en Europa occidental, Sudáfrica, y la India, pero no en Australia.
Estas macizas criaturas se hicieron menos activas y fuertes a medida que crecían en tamaño; pero requerían una cantidad tan desmesurada de alimentos y la tierra estaba tan atestada de ellos que, literalmente, se murieron de hambre y se extinguieron—pues carecían de la inteligencia para sobrellevar la situación.
En este momento la mayor parte del este de Norteamérica, que durante mucho tiempo había estado elevada, había bajado de nivel y había sido arrastrada hacia el Océano Atlántico de tal modo que la costa se extendía varios cientos de kilómetros más allá de donde llega hoy. La parte oeste del continente aún estaba elevada; no obstante, estas regiones, inclusive después, fueron invadidas por el mar del norte y el Pacífico, que se extendieron hacia el este hasta la región de Black Hills, en Dakota del Sur.
Ésta era una edad de agua dulce que se caracterizaba por muchos lagos interiores, tal como lo acusan los abundantes fósiles de agua dulce de los llamados lechos de Morrison en Colorado, Montana, y Wyoming. El espesor de estos depósitos combinados de agua dulce y salada varía de 600 a 1.500 metros; muy poca caliza, sin embargo, está presente en estas capas.
El mismo mar polar que tanto se extendió hacia el sur por Norteamérica, asímismo cubrió toda Sudamérica salvo la incipiente cordillera de los Andes. Se inundó la mayor parte de China y Rusia, pero la invasión acuática fue la mayor en Europa. Durante esta sumersión se sentó la bella piedra litográfica de Alemania meridional, aquellos estratos en los que se conservan como si fueran de ayer mismo fósiles tales como las delicadísimas alas de insectos antiguos.
La flora de esta edad era muy similar a la de la edad anterior. Persistían los helechos, en tanto que las coníferas y pinos se iban asemejando cada vez más a las variedades de hoy en día. Aún se estaba formando un poco de carbón a lo largo de las márgenes del Mediterráneo.
El retorno de los mares mejoró el clima. Los corales se propagaron hasta las aguas europeas, atestiguando que el clima seguía siendo suave y estable, pero no volvieron a aparecer jamás en los mares polares que poco a poco iban enfriándose. La vida marina de estos tiempos se mejoró y se desarrolló considerablemente, sobre todo en las aguas europeas. Tanto los corales como los crinoideos aparecieron temporalmente en mayores cantidades que en tiempos pasados; sin embargo, los amonites dominaban la vida invertebrada de los océanos, su tamaño medio iba de siete a diez centímetros, aunque una especie alcanzó un diámetro de dos metros y medio. Las esponjas estaban en todas partes, y seguían evolucionando las sepias así como las ostras.
Hace 110.000.000 de años continuaban desplegándose los potenciales de la vida marina. Entre las destacadas mutaciones de esta época figuró el erizo de mar. Los cangrejos, las langostas y otros tipos modernos de crustáceos se desarrollaron plenamente. Se produjeron marcados cambios en la familia de los peces, apareciendo por primera vez un tipo de esturión; sin embargo, las feroces serpientes marinas, descendientes de los reptiles terrestres, aún infestaban todos los mares, y amenazaban con aniquilar la entera familia de los peces.
Ésta seguía siendo la edad de los dinosaurios por excelencia. Atestaron éstos la tierra hasta tal punto que dos especies se adaptaron al agua para subsistir durante el precedente período de la invasión marina. Dichas serpientes de mar representan un paso atrás en la evolución. En tanto que algunas especies nuevas iban haciendo progresos, ciertas especies se quedan estancadas y otras tienden a retroceder, revirtiendo a un estado anterior. En efecto, así sucedió con estos dos tipos de reptiles que abandonaron el medio terrestre.
Andando el tiempo, las serpientes de mar crecieron tal tamaño que se hicieron muy lerdas y, con el tiempo, perecieron porque no tenían el cerebro lo bastante grande para proteger sus enormes cuerpos. Su cerebro pesaba menos de cincuenta gramos, y eso que estos descomunales ictiosauros, algunas veces, alcanzaban quince metros de largo, y en su mayoría superaban los once metros. Los cocodriloideos marinos también constituyeron una reversión del tipo de reptil terrestre; mas, a diferencia de las serpientes marinas, estos animales siempre volvían a la tierra para poner sus huevos.
Poco tiempo después de que dos especies de dinosaurios emigraron al agua en un vano intento de preservarse a sí mismos, otros dos tipos se vieron obligados a alzar el vuelo debido a la encarnizada competencia de la vida terrestre. Pero estos pterosaurios no fueron los antepasados de las verdaderas aves de las edades subsiguientes. Evolucionaron de los saltarines dinosaurios de hueso hueco, y sus alas eran de formación similar a la de los murciélagos, con una envergadura de seis a más de ocho metros. Estos reptiles voladores antiguos alcanzaban, en su desarrollo físico, tres metros de largo, y tenían mandíbulas separables, muy parecidas a las de las culebras modernas. Durante un tiempo, estos reptiles voladores parecieron ser un éxito, pero no consiguieron evolucionar de una manera que se les permitiera sobrevivir como aeronavegantes. Representan la ascendencia de las especies de aves que no sobrevivieron.
Las tortugas se incrementaron durante este período, apareciendo por primera vez en Norteamérica. Sus antepasados llegaron de Asia vía el puente terrestre boreal.
Hace cien millones de años la edad de los reptiles se fue acercando a su fin. A los dinosaurios, a despecho de su enorme masa, les faltaba poco para ser, en efecto, animales sin cerebro; carecían de la inteligencia necesaria para conseguir comida suficiente para alimentar un cuerpo de semejante tamaño. Y así perecieron estos lerdos reptiles terrestres en cantidades cada vez mayores. De este momento en adelante, a la evolución le seguirá el desarrollo de los cerebros, no el tamaño físico, y el desarrollo de los cerebros caracterizará cada época sucesiva de la evolución animal y del progreso planetario.
Este período, que englobó el apogeo y el principio de la decadencia de los reptiles, duró casi veinticinco millones de años y se conoce como período jurásico.