El Ser Supremo tiene una función triple en la experiencia del hombre mortal: primero, es el unificador de la divinidad espacio-temporal, Dios el Séptuple; segundo, es el máximo de Deidad que las criaturas finitas pueden realmente comprender; tercero, es el único camino del hombre mortal para acercarse a la experiencia trascendental de relacionarse con la mente absonita, el espíritu eterno, y la personalidad paradisiaca.
Los finalistas ascendentes, habiendo nacido en los universos locales, habiendo sido alimentados en los superuniversos, y capacitados en el universo central, abarcan en sus experiencias personales el potencial pleno de la comprensión de la divinidad espacio-temporal de Dios el Séptuple que se unifica en el Supremo. Los finalistas sirven sucesivamente en los superuniversos que no son el de su natividad, sobreponiendo de este modo experiencia tras experiencia hasta abarcar la plenitud de la diversidad séptuple de la posible experiencia de las criaturas. A través del ministerio de los Ajustadores residentes, los finalistas pueden encontrar al Padre Universal, pero es mediante las técnicas de la experiencia que dichos finalistas llegan realmente a conocer el Ser Supremo, y están destinados al servicio y a la revelación de esta Deidad Suprema a los universos futuros del espacio exterior y en ellos.
Recordad que todo lo que Dios el Padre y sus Hijos Paradisiacos hacen por nosotros, nosotros a nuestra vez y en espíritu tenemos la oportunidad de hacer por el Ser Supremo emergente y dentro de él. La experiencia de amor, felicidad y servicio en el universo es mutua. Dios el Padre no necesita que sus hijos devuelvan todo lo que él les otorga, pero ellos a su vez otorgan (o pueden otorgar) todo ello a sus semejantes y al Ser Supremo en evolución.
Todos los fenómenos creativos son reflexivos de actividades antecedentes de espiritu-creador. Dijo Jesús, y es literalmente verdad que «el Hijo tan sólo hace aquellas cosas que ve a su Padre hacer». Con el tiempo vosotros los mortales podéis comenzar la revelación del Supremo a vuestros semejantes, y cada vez más podéis aumentar esta revelación a medida que ascendáis hacia el Paraíso. En la eternidad tal vez se os permita hacer revelaciones cada vez mayores de este Dios a las criaturas evolucionarias de los niveles supremos—aun últimos– como finalistas de la séptima etapa.