Cuando las tres personas eternas de la Deidad actúan como Deidad no dividida en la Trinidad del Paraíso, logran la unidad perfecta; del mismo modo, cuando crean, tanto asociativa como separadamente, su progenie paradisiaca exhibe la unidad característica de la divinidad. Y esta divinidad de propósito manifestada por los Creadores y Gobernantes Supremos de los dominios espacio-temporales eventúa en el potencial de poder unificador de la soberanía de la supremacía experiencial que, en presencia de la unidad energética impersonal del universo, constituye una tensión de realidad que puede ser resuelta tan sólo a través de la unificación adecuada con las realidades de personalidad experienciales de la Deidad experiencial.
Las realidades de personalidad del Ser Supremo vienen de las Deidades del Paraíso y en el mundo piloto del circuito exterior de Havona se unifican con las prerrogativas de potencia del Supremo Todopoderoso que vienen de las divinidades Creadoras del gran universo. Dios el Supremo, como persona, existía en Havona antes de la creación de los siete superuniversos, pero actuaba sólo en los niveles espirituales. La evolución del poder Todopoderoso de la Supremacía por diversas síntesis de divinidad en los universos en evolución eventuó en una nueva presencia de poder de la Deidad, que coordinó con la persona espiritual del Supremo en Havona por medio de la Mente Suprema, que concomitantemente se trasladó del potencial residente en la mente infinita del Espíritu Infinito a la mente funcional activa del Ser Supremo.
Las criaturas de mente material de los mundos evolucionarios de los siete superuniversos pueden comprender la unidad de Deidad tan sólo de la manera como evoluciona en esta síntesis de poder y personalidad del Ser Supremo. En cualquier nivel de existencia Dios no puede exceder la capacidad conceptual de los seres que viven en dicho nivel. El hombre mortal debe, a través del reconocimiento de la verdad, de la apreciación de la belleza, y de la adoración de la bondad, evolucionar el reconocimiento de un Dios de amor y luego progresar a través de niveles ascendentes de deidad a la comprensión del Supremo. La Deidad, habiendo sido comprendida así como unificada en poder, puede entonces ser personalizada en el espíritu para la comprensión y logro por parte de la criatura.
Aunque los mortales ascendentes alcanzan la comprensión del poder del Todopoderoso en las capitales de los superuniversos y la comprensión de la personalidad del Supremo en los circuitos exteriores de Havona, no encuentran en efecto al Ser Supremo tal como están destinados a encontrar a las Deidades del Paraíso. Aun los finalistas, los espíritus de sexta etapa, no han encontrado al Ser Supremo, tampoco probablemente lo harán hasta que hayan alcanzado el estado del espíritu de la séptima etapa, y hasta que el Supremo en realidad se haya vuelto funcional en las actividades de los universos exteriores futuros.
Pero cuando los seres ascendentes encuentran al Padre Universal como séptimo nivel de Dios el Séptuple, han logrado la personalidad de la Primera Persona de todos los niveles de deidad de las relaciones personales con las criaturas del universo.