El Padre-Pensamiento realiza la expresión espiritual en el Hijo-Verbo y alcanza la expansión de la realidad a través del Paraíso en los enormes universos materiales. Las expresiones espirituales del Hijo Eterno están correlacionadas con los niveles materiales de la creación por las funciones del Espíritu Infinito, por cuyo ministerio de la mente, responsivo al espíritu, y en cuyas acciones de la mente directivas de lo físico, las realidades espirituales de la Deidad y las repercusiones materiales de la Deidad están correlacionadas las unas con las otras.
La mente es la dote funcional del Espíritu Infinito, por lo tanto es infinita en potencial y universal en otorgamiento. El pensamiento primordial del Padre Universal se eternaliza en una expresión dual: la Isla del Paraíso y su igual en la Deidad, el Hijo Eterno y espiritual. Dicha dualidad de realidad eterna hace inevitable el Dios de mente, el Espíritu Infinito. La mente es el canal indispensable de comunicación entre las realidades espirituales y materiales. La criatura material evolucionaria puede concebir y comprender el espíritu residente tan sólo por el ministerio de la mente.
Esta mente infinita y universal está ministrada en los universos del tiempo y del espacio como mente cósmica; y aunque se extiende desde el ministerio primitivo de los espíritus ayudantes hasta la mente magnífica del ejecutivo en jefe de un universo, aun esta mente cósmica está adecuadamente unificada en la supervisión de los Siete Espíritus Rectores, que a su vez están coordinados con la Mente Suprema del tiempo y del espacio y perfectamente correlacionados con la mente del Espíritu Infinito, que abarca todo.