Jerusem se divide en mil sectores latitudinales y diez mil zonas longitudinales. La esfera tiene siete capitales principales y setenta centros administrativos menores. Las siete capitales seccionales se ocupan de diversas actividades, y el Soberano del Sistema se hace presente en cada una de ellas, por lo menos una vez por año.
La milla estándar de Jerusem equivale aproximadamente a once kilómetros de Urantia. El peso estándar, el «gradiente», está construido mediante el sistema decimal partiendo del ultimatón maduro y representa unos doscientos ochenta gramos de vuestro peso. El día de Satania equivale a tres días del tiempo de Urantia, menos una hora, cuatro minutos, y quince segundos, siendo ése el tiempo de la revolución axial de Jerusem. El año del sistema consiste en cien días de Jerusem. Los cronoldeques decanos emiten la hora del sistema.
La energía de Jerusem está maravillosamente controlada y circula alrededor de la esfera en canales zonales, alimentados directamente por las cargas de energía del espacio y expertamente administrados por los Controladores Físicos Decanos. La resistencia natural al pasaje de estas energías a través de los canales físicos de conducción produce el calor necesario para la obtención de una temperatura constante. La temperatura a luz plena se mantiene alrededor de veinte grados Celsius, mientras que durante el período de receso de la luz baja a poco menos de diez grados.
El sistema de iluminación de Jerusem no debería presentar dificultades para vuestra comprensión. No hay días ni noches, ni temporadas de calor y frío. Los transformadores del poder mantienen cien mil centros desde los cuales proyectan las energías rarificadas hacia arriba a través de la atmósfera planetaria, sufriendo ciertos cambios, hasta que alcanzan el cielo raso eléctrico de aire de la esfera; entonces estas energías son reflejadas de vuelta y hacia abajo como luz suave, filtrada y uniforme, aproximadamente de la intensidad de la luz del sol en Urantia cuando el sol brilla en el cielo a las diez de la mañana.
Bajo dichas condiciones de iluminación, los rayos de luz no parecen provenir de un solo lugar; parecen filtrarse del cielo, emanando en forma equivalente desde todas las direcciones del espacio. Esta luz es muy similar a la luz del sol natural excepto que contiene mucho menos calor. Por lo tanto se podrá reconocer que dichos mundos sede central no son luminosos en el espacio; si Jerusem estuviese muy cerca de Urantia, no sería visible.
Los gases que reflejan esta energía de luz desde la ionosfera superior de Jerusem hacia abajo al piso son muy similares a aquellos que se encuentran en los cinturones superiores de la atmósfera de Urantia involucrados en los fenómenos aurorales de vuestras así llamadas luces septentrionales, aunque éstas son producidas por causas diferentes. En Urantia es este mismo escudo gaseoso el que previene el escape de las ondas de emisión terrestre, reflejándolas hacia abajo, hacia la tierra, cuando pegan contra este cinturón gaseoso en su vuelo directo hacia afuera. De esta manera, las emisiones se mantienen cerca de la superficie al viajar a través del aire alrededor de vuestro mundo.
Esta iluminación de la esfera se mantiene uniformemente durante el setenta y cinco por ciento del día de Jerusem, y luego hay un receso gradual hasta que, en la hora de iluminación mínima, la luz es aproximadamente la de una luna llena en una noche clara. Ésta es la hora de la quietud para todo Jerusem. Tan sólo las estaciones que reciben emisiones están operando durante este período de descanso y rehabilitación.
Jerusem recibe luz débil de varios soles cercanos—semejante a una luz estelar brillante– pero no depende de ellos; pues los mundos como Jerusem no están sujetos a las vicisitudes de los disturbios solares, ni se enfrentan con el problema de un sol en enfriamiento o moribundo.
Los siete mundos transicionales de estudio y sus cuarenta y nueve satélites están calefaccionados, iluminados, energizados y abastecidos de agua por medio de la técnica de Jerusem.