Estos artesanos están dedicados a preservar y reproducir el pensamiento superior de los reinos, y actúan en siete grupos:
1. Preservadores del pensamiento. Éstos son los artesanos que preservan los pensamientos más elevados de los reinos. En los mundos morontiales verdaderamente atesoran las perlas de la mentación. Antes de venir por primera vez a Urantia, vi los registros y escuché las transmisiones de la ideación de algunas de las grandes mentes de este planeta. Los registradores de pensamiento preservan dichas nobles ideas en la lengua de Uversa.
Cada superuniverso tiene su propio idioma, una lengua hablada por sus personalidades y que prevalece en todos sus sectores. Ésta se conoce como la lengua de Uversa en nuestro superuniverso. Cada universo local también tiene su propio idioma. Todas las órdenes más elevadas de Nebadon son bilingües, pues hablan tanto el idioma de Nebadon como la lengua de Uversa. Cuando dos individuos de diferentes universos locales se encuentran, se comunican en la lengua de Uversa. Sin embargo, si uno de ellos proviene de otro superuniverso, tienen que recurrir a un traductor. En el universo central hay poca necesidad del idioma; existe comprensión perfecta y casi completa; allí, sólo los Dioses no son comprendidos totalmente. Se nos enseña que un encuentro casual en el Paraíso revela más en comprensión mutua que lo que se podría comunicar con una lengua mortal en mil años. Aun en Salvington nosotros «conocemos y somos conocidos».
En las esferas morontiales y espirituales la habilidad de traducir el pensamiento a un idioma está más allá de la comprensión mortal. La velocidad de traslado del pensamiento a un registro permanente puede ser acelerada tan considerablemente por los registradores expertos que el equivalente de más de medio millón de palabras, o símbolos de pensamiento, se pueden registrar en un minuto del tiempo de Urantia. Estos idiomas universales son mucho más pletóricos que el habla de los mundos en evolución. Los símbolos conceptuales de Uversa comprenden más de mil millones de caracteres, aunque el alfabeto básico consista tan sólo en setenta símbolos. El idioma de Nebadon no es tan elaborado, siendo cuarenta y ocho los símbolos básicos, o alfabeto.
2. Registradores de conceptos. Este segundo grupo de registradores se ocupa de la preservación de las ilustraciones conceptuales, los modelos originales de las ideas. Ésta es una forma de registro permanente desconocida en los reinos materiales, y mediante este método podríais obtener más conocimiento en una hora de vuestro tiempo de lo que vosotros podríais ganar en cien años de lectura del lenguaje escrito común.
3. Registradores de ideografía. Tenemos el equivalente tanto de la palabra escrita como de la palabra hablada, pero en la preservación del pensamiento, generalmente empleamos la ilustración de los conceptos así como las técnicas ideográficas. Los que preservan las ideografías son capaces de mejorar mil veces el trabajo de los registradores conceptuales.
4. Los promotores de la oratoria. Este grupo de registradores se ocupa de la tarea de preservar el pensamiento para su reproducción en oratoria. Pero en el lenguaje de Nebadon podríamos, en un discurso de media hora, abarcar los temas de la entera vida de un mortal de Urantia. Vuestra única esperanza de comprender estas transacciones consiste en considerar la técnica de vuestra desorganizada y enmarañada vida onírica—cómo vosotros podéis en pocos segundos atravesar años de experiencia en estas fantasías de la temporada nocturna.
La oratoria del mundo espiritual es uno de los placeres especiales que os aguardan a vosotros que tan sólo habéis escuchado los burdos y titubeantes discursos de Urantia. Existe una armonía de música y una eufonía de expresión en las oraciones de Salvington y Edentia que inspiran más allá de toda descripción. Estos conceptos candentes son como perlas de belleza en las diademas de la gloria. ¡Pero yo no puedo hacerlo! ¡No puedo transmitir a la mente humana la amplitud y profundidad de estas realidades de otro mundo!
5. Directores de transmisión. Las transmisiones del Paraíso, de los superuniversos, y de los universos locales están bajo la supervisión general de este grupo de conservadores del pensamiento. Sirven como censores y editores así como también coordinadores del material de emisión, haciendo una adaptación superuniversal de todas las emisiones del Paraíso y adaptando y traduciendo las emisiones de los Ancianos de los Días a las lenguas particulares de los universos locales.
También se deben modificar las transmisiones del universo local para su recepción en los sistemas y en los planetas individuales. La transmisión de estos informes espaciales se supervisa cuidadosamente, y siempre existe un registro que asegura la recepción apropiada de todo informe en todo mundo en un circuito determinado. Estos directores de transmisión son técnicos expertos en la utilización de las corrientes del espacio para todos los propósitos de comunicación de la información.
6. Los registradores del ritmo. Los habitantes de Urantia indudablemente denominarían poetas a estos artesanos, aunque su tarea es muy distinta de vuestras producciones poéticas, y las trasciende casi infinitamente. El ritmo es menos cansador tanto para los seres morontiales como para los espirituales, y por lo tanto frecuentemente se hace el esfuerzo de aumentar la eficiencia, así como también el placer, ejecutando numerosas funciones en forma rítmica. Tan sólo deseo que vosotros pudierais tener el privilegio de escuchar algunas de las emisiones poéticas de las asambleas de Edentia y de disfrutar de la riqueza del color y tonalidad de los genios de la constelación que son maestros de esta forma exquisita de autoexpresión y armonización social.
7. Los registradores morontiales. No sé cómo ilustrar para la mente material la función de este importante grupo de registradores del pensamiento asignados a la tarea de preservar los cuadros de conjuntos de los distintos grupos de asuntos morontiales y transacciones espirituales; descrito burdamente, son los fotógrafos de grupo de los mundos de transición. Preservan para el futuro las escenas y asociaciones vitales de estas épocas de progreso, conservándolas en los archivos de las salas de registros morontiales.