No abrigues la idea de que, debido a que el Padre Universal ha delegado tanto de sí mismo y de su poder a otros, es un miembro tácito o inactivo de la asociación de las Deidades. Aparte de los dominios de la personalidad y del otorgamiento de los Ajustadores, aparentemente es el menos activo entre las Deidades Paradisiacas ya que permite a los que son sus iguales en Deidad, sus Hijos, y a muchas inteligencias creadas, funcionar tan considerablemente en la realización de su propósito eterno. Es el miembro silencioso del trío creativo solamente en el sentido de que nunca hace nada de lo que pueda hacer cualquiera de sus asociados coordinados o subordinados.
Dios posee comprensión plena de las necesidades de cada criatura inteligente para funcionar y experimentar, y por lo tanto, en cada situación, ya se trate del destino de un universo o del bienestar de la más humilde de sus criaturas, Dios se retira de la actividad para dar lugar a la galaxia de personalidades de criaturas y Creadores quienes, inherentemente, intervienen entre él y cualquier situación dada del universo o cualquier suceso creativo. Pero a pesar de este retiro, esta exhibición de coordinación infinita, hay de parte de Dios, una participación real, literal y personal en estos eventos, por estas agencias y personalidades prescritas y a través de ellas. El Padre está trabajando en todos estos canales y a través de ellos por el bienestar de toda su vasta creación.
Con respecto a las normas, conducta y gobierno de un universo local, el Padre Universal actúa en la persona de su Hijo Creador. El Padre Universal nunca interviene cuando se trata de las siguientes relaciones: en las interrelaciones de los Hijos de Dios, en las asociaciones de grupo de las personalidades originadas en la Tercera Fuente y Centro, o en las relaciones entre cualesquiera otras criaturas tales como los seres humanos. Siempre prevalecen la ley del Hijo Creador, los preceptos de los Padres de las Constelaciones, de los Soberanos de los Sistemas y de los Príncipes Planetarios, es decir las normas y procedimientos prescritos de tal universo. No hay divisiones de autoridad, nunca hay interferencias en las funciones del poder y el propósito divino. Las Deidades actúan en perfecta y eterna unanimidad.
El gobierno del Hijo Creador es supremo en todos los asuntos de asociaciones éticas y en las relaciones de cualquier división de criaturas con cualquiera otra clase de criaturas o entre dos o más individuos dentro de cualquier grupo, pero ese plan no significa que el Padre Universal no pueda a su propia manera intervenir y hacer toda cosa que satisfaga a la mente divina, con cualquier criatura individual en cualquier parte de la creación, en cuanto atañe al estado presente de ese individuo o sus futuras probabilidades y en relación con el infinito propósito y el plan eterno del Padre.
En las criaturas mortales volitivas el Padre está realmente presente en el Ajustador residente, un fragmento de su espíritu prepersonal. El Padre también es la fuente de la personalidad de tales criaturas mortales volitivas.
Estos Ajustadores del Pensamiento, donados por el Padre Universal, se hallan comparativamente aislados. Habitan las mentes humanas pero no tienen conexiones perceptibles con los asuntos éticos de una creación local. No están coordinados directamente con el servicio seráfico ni con la administración de sistemas, constelaciones, o universos locales, ni siquiera con el gobierno del Hijo Creador, cuya voluntad es la ley suprema de su universo.
Los Ajustadores residentes conforman uno de los separados, aunque unificados, modos de contacto de Dios con las criaturas de su creación casi infinita. Así pues, él, que es invisible para el hombre mortal, manifiesta su presencia, y si pudiese hacerlo, se nos revelaría de otras maneras, pero esa revelación adicional no es divinamente posible.
Podemos ver y entender el mecanismo por el cual los Hijos disfrutan de un conocimiento íntimo y completo respecto de los universos de su jurisdicción. Pero no podemos entender completamente los métodos por los cuales Dios está familiarizado tan completa y personalmente con los detalles del universo de los universos, aunque podamos por lo menos entender la avenida por la cual el Padre Universal puede recibir información referente a los seres de su inmensa creación, y también manifestarles su presencia. A través del circuito de personalidad el Padre está informado—tiene conocimiento personal– de todos los pensamientos y actos de todos los seres en todos los sistemas de todos los universos de toda la creación. Aunque no podemos comprender plenamente esta técnica de comunión de Dios con sus hijos, podemos fortalecernos en la seguridad de que «el Señor conoce a sus hijos», y que «él toma nota de dónde hemos nacido» cada uno de nosotros.
Hablando espiritualmente, el Padre Universal está presente en vuestro universo y en vuestro corazón, a través de uno de los Siete Espíritus Rectores de la morada central, y específicamente, por el Ajustador divino que vive y trabaja y aguarda en las profundidades de la mente mortal.
Dios no es una personalidad egocéntrica. El Padre se distribuye generosamente a su creación y a sus criaturas. Él vive y actúa no sólo en las Deidades, sino también en sus Hijos, a quienes encomienda hacer todo lo que es divinamente posible que ellos lo hagan. El Padre Universal verdaderamente se ha despojado a sí mismo de cualquiera función que pueda ser realizada por cualquier otro ser. Y esto es tan verdadero en relación al hombre mortal como al Hijo Creador que gobierna en lugar de Dios en la sede de un universo local. Así contemplamos los efectos del amor ideal e infinito del Padre Universal.
En esta donación universal de sí mismo tenemos abundantes pruebas tanto de la magnitud como de la magnanimidad de la esencia divina del Padre. Si Dios ha retenido alguna cosa de sí mismo de la creación universal, entonces de ese residuo generosamente concede los Ajustadores del Pensamiento a los mortales de los reinos, los Monitores Misteriosos del tiempo que tan pacientemente moran en los candidatos mortales por la vida eterna.
El Padre Universal se ha esparcido de sí mismo, por decirlo así, para enriquecer a la entera creación en posesión de personalidad y potencial para el logro del estado espiritual. Dios nos ha dado de sí mismo para que nosotros podamos ser como él, y se ha reservado de su poder y gloria tan sólo lo necesario para el mantenimiento de aquellas cosas por cuyo amor se ha desposeído a sí mismo de todo lo demás.