El Hijo Eterno es el eterno Verbo de Dios. El Hijo Eterno es la expresión perfecta del «primer» pensamiento absoluto e infinito de su Padre eterno. Cuando una duplicación personal o una extensión divina de este Hijo original sale en misión de autootorgamiento en forma de la encarnación mortal, se torna literalmente verdad que el divino «Verbo se hace carne», y que el Verbo mora de este modo entre los seres humildes de origen animal.
En Urantia existe la creencia difundida de que el propósito del autootorgamiento de un Hijo sea, de alguna manera, influir sobre la actitud del Padre Universal. Pero vuestro esclarecimiento debería indicaros que esto no es verdad. Los autootorgamientos de los Hijos Avonales y de los Hijos Micaeles son una parte necesaria del proceso experiencial proyectado para hacer que estos Hijos sean magistrados y gobernantes seguros y compasivos de los pueblos y los planetas del tiempo y del espacio. La carrera de los siete autootorgamientos es la meta suprema de todos los Hijos Creadores Paradisiacos. Todos los Hijos Magisteriales son motivados por el mismo espíritu de servicio que tan abundantemente caracteriza a los Hijos Creadores primarios y al Hijo Eterno del Paraíso.
Alguna orden de Hijos Paradisiacos debe otorgarse en cada mundo habitado por mortales para posibilitar la llegada de los Ajustadores del Pensamiento a la mente de todos los seres humanos normales de esa esfera, porque los Ajustadores no van a todos los seres humanos de buena fe hasta que no se haya derramado el Espíritu de la Verdad sobre toda la carne; y el envío del Espíritu de la Verdad depende del regresoa la sede central del universo de un Hijo Paradisiaco que haya ejecutado exitosamente una misión de autootorgamiento mortal en un mundo en evolución.
Durante el curso de la larga historia de un planeta habitado, ocurrirán muchas adjudicaciones dispensacionales, y más de una misión magisterial puede ocurrir, pero ordinariamente sólo una vez servirá un Hijo autootorgador en la esfera. Tan sólo se requiere que cada mundo habitado tenga un Hijo autootorgador que haya vivido la plena vida mortal desde el nacimiento hasta la muerte. Tarde o temprano, sea cual fuere el estado espiritual, cada mundo habitado por mortales está destinado a recibir a un Hijo Magisterial en misión de autootorgamiento, excepto el planeta en cada universo local en el que un Hijo Creador elige realizar su autootorgamiento mortal.
Al comprender más acerca de los Hijos encarnados, vosotros discernís por qué tanto interés despierta Urantia en la historia de Nebadon. Vuestro pequeño e insignificante planeta es de importancia para el universo local, simplemente porque es el hogar mortal de Jesús de Nazaret. Fue el escenario del autootorgamiento final y triunfador de vuestro Hijo Creador, la arena en la que Micael alcanzó la soberanía personal suprema del universo de Nebadon.
En la sede de su universo local, un Hijo Creador, especialmente después de completar su propio autootorgamiento mortal, pasa mucho de su tiempo aconsejando e instruyendo al grupo de Hijos asociados, los Hijos Magisteriales y a otros. En amor y devoción, con tierna misericordia y afectuosa consideración, estos Hijos Magisteriales se otorgan en los mundos del espacio. Y de ninguna manera son estos servicios planetarios inferiores a los autootorgamientos mortales de los Micaeles. Es verdad que vuestro Hijo Creador seleccionó para escenario de su aventura final en la experiencia de la criatura un mundo que había sido extraordinariamente desafortunado. Pero ningún planeta puede jamás hallarse en condición tal como para requerir el autootorgamiento de un Hijo Creador con el objeto de efectuar su rehabilitación espiritual. Cualquier Hijo del grupo de autootorgamientos hubiese sido igualmente suficiente, porque en todo su trabajo en los mundos de un universo local, los Hijos Magisteriales son tan divinamente eficaces y todosapientes como podría serlo su her-mano Paradisiaco, el Hijo Creador.
Aunque la posibilidad de desastres durante sus encarnaciones de autootorgamiento está siempre presente para estos Hijos Paradisiacos, no he visto registro alguno de un fracaso o falta en misión de autootorgamiento de un Hijo Magisterial o un Hijo Creador. Ambos son de origen demasiado cercano a la perfección absoluta como para faltar. En efecto asumen el riesgo, realmente se vuelven como las criaturas mortales de carne y hueso y por lo tanto obtienen la experiencia única de la criatura, pero dentro de la gama de mi observación siempre triunfan. Nunca dejan de alcanzar el objetivo de la misión de autootorgamiento. La historia de su servicio de autootorgamiento y planetario en todo Nebadon constituye el capítulo más noble y fascinador en la historia de vuestro universo local.