De todas las personalidades celestiales de las altas órdenes que os han sido reveladas, sólo los Hijos Instructores Trinitarios actúan en una doble capacidad. De naturaleza trinitaria por su origen, funcionalmente se dedican casi totalmente a los servicios de la filiación divina. Son los seres de enlace que salvan el abismo universal entre las personalidades de origen trinitario y las de origen dual.
Mientras que el número de los Hijos Estacionarios Trinitarios está completo, el número de los Hijos Instructores está aumentando constantemente, y no sé cuántos acabarán por ser. Lo que puedo deciros es que, a la fecha del informe periódico más reciente a Uversa, en los archivos del Paraíso constaba que había 21.001.624.821 de estos Hijos en servicio.
Estos seres constituyen el único grupo de Hijos de Dios que os ha sido revelado cuyo origen está en la Trinidad del Paraíso. Recorren el universo central y los superuniversos, y un numeroso cuerpo está asignado a cada universo local. También sirven a los distintos planetas tal como lo hacen otros Hijos de Dios Paradisiacos. No está desarrollado plenamente el plan de construcción del gran universo. Por eso, gran número de Hijos Instructores se mantienen en reserva en el Paraíso, y se ofrecen como voluntarios en casos de urgencia o para servicios especiales en todas las divisiones del gran universo, en los mundos solitarios del espacio, en los universos locales, en los superuniversos y en los mundos de Havona. También tienen funciones en el Paraíso, pero creemos conveniente posponer una consideración detallada de dichas funciones hasta el momento en que tratemos de los Hijos de Dios Paradisiacos.
Sin embargo, puede señalarse a este respecto que los Hijos Instructores son las personalidades coordinadoras supremas de origen trinitario. En tan vasto universo de los universos, siempre existe el grave peligro de sucumbir al error de un punto de vista circunscrito, al mal inherente de una concepción fragmentaria de la realidad y la divinidad.
Por ejemplo: la mente humana normalmente anhela acercarse a la filosofía cósmica que se manifiesta en estas revelaciones procediendo de lo simple y finito a lo complejo e infinito, de los orígenes humanos a los destinos divinos. Pero ese camino no conduce a la sabiduría espiritual. Dicho método es la senda más fácil para alcanzar cierta forma de conocimiento genético, que en el mejor de los casos tan sólo puede revelar el origen del hombre; poco o nada revela sobre su destino divino.
Aun en el estudio de la evolución biológica del hombre en Urantia, existen serias objeciones al enfoque exclusivamente histórico a su situación presente y sus problemas actuales. Sólo es posible obtener una perspectiva auténtica de cualquier problema de la realidad, humano o divino, terrestre o cósmico, mediante el estudio profundo y libre de prejuicios y la correlación de las tres fases de la realidad universal: origen, historia y destino, y su correlación correspondiente. La comprensión adecuada de estas tres realidades experienciales proporciona las bases para evaluar sabiamente el estado actual.
Cuando la mente humana aplica la técnica filosófica consistente en partir de lo más bajo para alcanzar lo más elevado, tanto en la biología como en la teología, corre siempre el peligro de cometer cuatro errores de razonamiento, a saber:
1. Es posible que falle totalmente en percibir la meta evolutiva final y completa de realización personal o de destino cósmico.
2. Es posible que cometa el supremo error filosófico de simplificar excesivamente la realidad cósmica evolutiva (experiencial), cosa que conduce a la distorsión de los hechos, a la perversión de la verdad, y a la interpretación errónea de los destinos.
3. El estudio de la causación es la lectura de la historia. Pero el conocimiento de cómo un ser llega a ser no provee necesariamente una comprensión inteligente del estado actual ni del verdadero carácter de ese ser.
4. La historia por sí sola no consigue revelar adecuadamente el desarrollo futuro—el destino. Los orígenes finitos son útiles, pero sólo las causas divinas revelan los efectos finales. Los fines eternos no se manifiestan en los comienzos del tiempo. El presente sólo puede interpretarse a la luz de su correlación con el pasado y el futuro.
Por lo tanto, por este motivo y aun por otras razones, la técnica que utilizamos para acercarnos al hombre y a sus problemas planetarios, es embarcándonos en el viaje espacio-temporal partiendo de la Fuente y Centro Paradisiaco infinito, eterno y divino de toda la realidad de personalidad y de toda la existencia cósmica.