Cada segmento del gran universo, cada universo y cada mundo, disfruta de los beneficios del asesoramiento y sabiduría unidas de los Siete Espíritus Rectores, pero recibe la atención y cuidado personal de uno solo. Mas la naturaleza personal de cada Espíritu Rector satura enteramente y condiciona en forma singular su propio superuniverso.
A través de esta influencia personal de los Siete Espíritus Rectores cada criatura de cada orden de seres inteligentes, fuera del Paraíso y de Havona, debe llevar la marca característica de individualidad que indica la naturaleza ancestral de uno de estos Siete Espíritus Paradisiacos. En lo que se refiere a los siete superuniversos, cada criatura nativa, hombre o ángel, llevará por siempre esta marca de identificación natal.
Los Siete Espíritus Rectores no invaden directamente las mentes materiales de las criaturas de los mundos evolucionarios del espacio. Los mortales de Urantia no expe rimentan la presencia personal de la influencia mente-espíritu del Espíritu Rector de Orvonton. Si este Espíritu Rector obtiene algún tipo de contacto con la mente mortal individual durante las primitivas edades evolucionarias de un mundo habitado, esto debe ocurrir a través del ministerio del Espíritu Creativo del universo local, la consorte y asociada del Hijo Creador de Dios que preside los destinos de cada creación local. Pero este mismo Espíritu Creativo Materno es, en su naturaleza y carácter, muy parecido al Espíritu Rector de Orvonton.
La marca física de un Espíritu Rector es una parte del origen material del hombre. La entera carrera morontial se vive bajo la influencia continuada de este mismo Espíritu Rector. No es extraño que la subsiguiente carrera espiritual de dicho mortal ascendente no desarraigue jamás totalmente la marca característica de este mismo Espíritu supervisor. La huella de un Espíritu Rector es básica para la existencia misma de toda etapa pre-Havona de ascensión mortal.
Las tendencias claras de la personalidad exhibidas en la experiencia vital de los mortales evolucionarios, que son características de cada superuniverso, y que son expresivas directamente de la naturaleza del Espíritu Rector dominante, no se borran nunca completamente, ni siquiera después de que dichos seres ascendentes hayan sido sometidos a la prolongada capacitación y a la disciplina unificadora que se encuentran en mil millones de esferas educacionales de Havona. Aun la subsiguiente cultura intensiva en el Paraíso no alcanza para desarraigar las marcas del origen superuniversal. A lo largo de toda la eternidad, un mortal ascendente mostrará rasgos que indican el Espíritu que dirige el superuniverso de natalidad. Aun en el Cuerpo de la Finalidad, cuando se desea llegar a un retrato completo de la relación de la Trinidad con la creación evolucionaria, siempre se congrega un grupo de siete finalistas, uno de cada superuniverso.