Por decenas de miles de años todos anticipamos el séptimo y final autootorgamiento de Micael. Gabriel nos había enseñado que se haría este autootorgamiento terminal a semejanza de la carne mortal, pero éramos totalmente ignorantes en cuanto al tiempo, lugar y manera de esta aventura culminante.
El anuncio público de que Micael había seleccionado a Urantia como teatro de su autootorgamiento final fue hecho poco después de que oímos acerca de la contumacia de Adán y Eva. Y por eso, durante más de treinta y cinco mil años vuestro mundo ocupó un lugar muy conspicuo en los consejos del universo entero. No había secretos (aparte del misterio de la encarnación) en relación con lo que tuvo que ver con el autootorgamiento en Urantia. Desde el principio hasta el fin, hasta el retorno final y triunfante de Micael a Salvington como Soberano supremo del Universo, hubo la más plena publicidad universal de todo lo que ocurría en vuestro pequeño pero altamente honrado mundo.
Aunque creíamos que éste sería el método, nunca supimos, hasta el momento mismo del suceso, que Micael aparecería en la tierra como infante desamparado del reino. Hasta ese momento siempre había aparecido como un individuo plenamente desarrollado del grupo de personalidades seleccionado para el autootorgamiento y fue un anuncio emocionante el que se emitió desde Salvington informando de que el infante de Belén había nacido en Urantia.
Entonces nos dimos cuenta no sólo de que nuestro Creador y amigo estaba dando el más precario paso de toda su carrera, aparentemente arriesgando su posición y autoridad en este autootorgamiento como bebé desamparado, sino que también com prendimos que su experiencia en este autootorgamiento final y mortal lo colocaría eternamente en el trono como soberano indisputado y supremo del universo de Nebadon. Durante un tercio de siglo de tiempo terrestre todos los ojos de todas las partes de este universo local estuvieron dirigidos a Urantia. Todas las inteligencias se dieron cuenta de que estaba en progreso el último autootorgameinto, y como por mucho tiempo habíamos sabido de la rebelión de Lucifer en Satania y de la deslealtad de Caligastia en Urantia, bien comprendimos la intensidad de la lucha que se produciría cuando nuestro gobernante condescendiera a encarnarse a Urantia en la humilde forma y semejanza de la carne mortal.
Josué ben José, el niño judío, fue engendrado y nació en el mundo tal como cualquier otro bebé antes y desde entonces, excepto que este bebé en particular fue la encarnación de Micael de Nebadon, un Hijo divino Paradisiaco y el Creador de este entero universo local de cosas y seres. Y este misterio del autootorgamiento de la Deidad dentro de la forma humana de Jesús, por otra parte de origen natural en el mundo, permanecerá por siempre sin solución. Aun en la eternidad jamás conoceréis la técnica y método del autootorgamiento del Creador en la forma y semejanza de sus criaturas. Ése es el secreto de Sonarington, y estos misterios son posesión exclusiva de aquellos Hijos divinos que han pasado por la experiencia del autootorgamiento.
Ciertos hombres sabios de la tierra sabían de la próxima llegada de Micael. A través de los contactos de un mundo a otro, estos hombres sabios de discernimiento espiritual supieron del autootorgamiento próximo de Micael en Urantia. Y los serafines, a través de los seres intermedios, hicieron el anuncio a un grupo de sacerdotes caldeos cuyo dirigente era Ardnón. Estos hombres de Dios visitaron al recién nacido. El único acontecimiento sobrenatural relacionado con el nacimiento de Jesús fue este anuncio a Ardnón y a sus asociados por parte de los serafines que anteriormente habían sido asignados a Adán y Eva en el primer jardín.
Los padres humanos de Jesús eran personas comunes y corrientes de su día y generación, y este Hijo encarnado de Dios nació así de una mujer y fue criado de la manera común de los niños de esa raza y edad.
La historia de la estadía de Micael en Urantia, el relato del autootorgamiento mortal del Hijo Creador en vuestro mundo es un asunto que va más allá del alcance y propósito de esta narrativa.