Es útil para la orientación cósmica del hombre obtener toda comprensión posible de la relación de la Deidad con el cosmos. Aunque la Deidad absoluta es eterna en su naturaleza, los Dioses están relacionados con el tiempo como experiencia en la eternidad. En los universos evolucionarios la eternidad es la perdurabilidad temporal—el ahora sempiterno.
La personalidad de la criatura mortal puede eternizarse mediante la autoidentificación con el espíritu morador a través de la técnica de elegir hacer la voluntad del Padre. Dicha consagración de la voluntad es equivalente a la realización de la eternidad-realidad de propósito. Esto significa que el propósito de la criatura se ha vuelto fijo en cuanto se refiere a la sucesión de los momentos; dicho de otra manera, que la sucesión de los momentos no presenciará ningún cambio en el propósito de la criatura. Un millón o mil millones de momentos no significan una diferencia. El número ha cesado de tener significado en cuanto al propósito de la criatura. Así, la elección de la criatura más la elección de Dios eventúan en las realidades eternas de la unión perdurable del espíritu de Dios y la naturaleza del hombre en el servicio eterno de los hijos de Dios y de su Padre del Paraíso.
Existe una relación directa entre la madurez y la unidad de la conciencia del tiempo en cualquier intelecto determinado. La unidad de tiempo puede ser un día, un año o un período más prolongado, pero inevitablemente es el criterio por el cual el yo consciente evalúa las circunstancias de la vida, y por el cual el intelecto que concibe mide y evalúa los hechos de la existencia temporal.
La experiencia, la sabiduría y el juicio son los concomitantes de la prolongación de las unidades del tiempo en la experiencia mortal. A medida que la mente humana piensa hacia atrás en el pasado, evalúa la experiencia pasada con el propósito de aplicarla a la situación presente. Cuando una mente va hacia el futuro, intenta evaluar el significado futuro de una acción posible. Habiendo así tomado en cuenta tanto la experiencia como la sabiduría, la voluntad humana despliega una decisión y juicio en el presente y el plan de acción así nacido del pasado y del futuro se vuelve existente.
En la madurez del yo en desarrollo, el pasado y el futuro se unen para iluminar el verdadero significado del presente. A medida que el yo madura, busca la experiencia cada vez más atrás en el pasado, mientras que sus pronósticos de sabiduría intentan penetrar cada vez más profundamente en el futuro desconocido. A medida que el ser que concibe extiende su alcance cada vez más lejos tanto en el pasado como en el futuro, del mismo modo su juicio se vuelve cada vez menos dependiente del presente momentario. De esta manera la acción de tomar decisiones comienza a escaparse de las cadenas del presente transitorio, empezando a la vez a tomar aspectos de significación pasada-futura.
Los mortales, cuyas unidades de tiempo son cortas, practican la paciencia; la verdadera madurez trasciende la paciencia en un refrenamiento nacido de la verdadera comprensión.
Madurar significa vivir más intensamente en el presente, escapándose al mismo tiempo de las limitaciones del presente. Los planes de madurez, fundados en la experiencia pasada, se están concretando en el presente para de tal manera enaltecer los valores del futuro.
La unidad de tiempo de la inmadurez concentra el significado-valor en el momento presente para de tal manera divorciar el presente de su relación auténtica con el no presente—el pasado-futuro. La unidad de tiempo de la madurez está dimencionada para de tal modo revelar la relación coordinada del pasado-presente-futuro que el yo comienza a obtener discernimiento en la totalidad de los acontecimientos, comienza a visualizar el paisaje del tiempo desde una perspectiva panorámica de horizontes ampliados, comienza tal vez a sospechar el continuo eterno, sin comienzo ni fin, los fragmentos del cual se llaman tiempo.
En los niveles de lo infinito y de lo absoluto, el momento presente contiene todo el pasado, así como también todo el futuro. YO SOY significa también YO FUI y YO SERÉ. Y esto representa nuestro mejor concepto de la eternidad y de lo eterno.
En el nivel absoluto y eterno, la realidad potencial es tan significativa como la realidad actual. Sólo en el nivel finito y para las criaturas ligadas al tiempo, parecería que existiera tan enorme diferencia. Para Dios, como absoluto, un mortal ascendente que ha hecho la decisión eterna ya es un finalista del Paraíso. Pero el Padre Universal, a través del Ajustador del Pensamiento residente, no está limitado de esta manera en su conciencia, sino que también puede saber y participar en toda lucha temporal con los problemas del ascenso de la criatura desde los niveles de la semejanza con los animales hasta los niveles de la existencia de la semejanza con Dios.