En la Deidad del Supremo el Padre-YO SOY ha alcanzado una liberación relativamente completa de las limitaciones inherentes al estado de infinidad, eternidad de ser y de la absolutez de naturaleza. Pero Dios el Supremo se ha librado de todas las limitaciones existenciales sólo mediante su sumisión a las cualificaciones experienciales de la función universal. Al obtener la capacidad para la experiencia, el Dios finito también se vuelve sujeto a la necesidad de la misma; al alcanzar la liberación de la eternidad, el Todopoderoso encuentra las barreras del tiempo; y el Supremo tan sólo podría conocer el crecimiento y el desarrollo como consecuencia de la parcialidad de existencia y la incompletez de la naturaleza, la no absolutez del ser.
Todo esto debe estar de acuerdo con el plan del Padre, que ha basado el progreso finito en el esfuerzo, los logros de las criaturas en la perseverancia, y el desarrollo de la personalidad en la fe. Al ordenar así la experiencia y la evolución del Supremo, el Padre ha posibilitado que las criaturas finitas existan en los universos y, por progresión experiencial, alguna vez alcancen la divinidad de la Supremacía.
Toda realidad, incluyendo al Supremo y aun al Último, exceptuando los valores no cualificados de los siete Absolutos, es relativa. El hecho de la Supremacía se basa en el poder Paradisiaco, la personalidad Hijo y la acción Conjunta, pero el crecimiento del Supremo está relacionado con el Absoluto de Deidad, el Absoluto No Cualificado y el Absoluto Universal. Y esta Deidad en proceso de sintetización y unificación—Dios el Supremo– es la personificación de la sombra finita arrojada a lo ancho del gran universo por la unidad infinita de la naturaleza inescrutable del Padre del Paraíso, la Primera Fuente y Centro.
Las triodidades, hasta donde operen directamente en el nivel finito, hacen contacto con el Supremo, quien es el enfoque de la Deidad y suma cósmica de las cualificaciones finitas de las naturalezas de lo Actual Absoluto y de lo Potencial Absoluto.
La Trinidad Paradisiaca se considera la inevitabilidad absoluta; los Siete Espíritus Rectores son aparentemente inevitabilidades Trinitarias; la actualización de podermente-espíritu-personalidad del Supremo debe ser la inevitabilidad evolucionaria.
Dios el Supremo no parece haber sido inevitable en la infinidad no cualificada, pero parece serlo en todos los niveles de la relatividad. Él es el factor indispensable que enfoca la experiencia evolucionaria, que la resume y la abarca entre sí, y que unifica eficazmente los resultados de esta modalidad de la percepción de la realidad en su naturaleza de Deidad. Y todo esto parece hacer con el propósito de contribuir a la aparición de la eventuación inevitable, la superexperiencia y manifestación superfinita de Dios el Último.
No se puede apreciar plenamente el Supremo sin tomar en consideración la fuente, la función y el destino: la relación con la Trinidad que lo originó, con el universo de actividad y con la Trinidad Última que representa su destino inmediato.
Mediante el proceso de sumar la experiencia evolucionaria el Supremo conecta lo finito con lo absonito, así como la mente del Actor Conjunto integra la espiritualidad divina del Hijo personal con las energías inmutables del modelo original del Paraíso, y así como la presencia del Absoluto Universal unifica la activación de la Deidad con la reactividad No Cualificada. Y esta unidad debe ser una revelación del funcionamiento no detectado de la unidad original de la Primera Causa-Padre y Modelo-Fuente de todas las cosas y todos los seres.
[Patrocinado por un Mensajero Poderoso residente temporalmente en Urantia.]
Traducción española © Fundación Urantia. Todos los derechos reservados.