Los intelectos parciales, incompletos y en evolución estarían desamparados en el universo maestro, serían incapaces de formular aun la primera configuración racional de pensamiento, si no fuese por la habilidad innata de toda mente, elevada o baja, para formar un marco universal dentro del cual pensar. Si la mente no puede desentrañar conclusiones, si no puede penetrar los verdaderos orígenes, dicha mente infaliblemente postulará conclusiones e inventará orígenes para tener un medio de pensamiento lógico dentro del marco de estos postulados creados por la mente. Aunque dichos marcos universales para el pensamiento de la criatura son indispensables para las operaciones intelectuales racionales, son, sin excepción, erróneos en mayor o menor grado.
Los marcos conceptuales del universo son tan sólo relativamente verdaderos; constituyen un andamio útil que eventualmente debe dejar paso a la expansión de la comprensión cósmica, cada vez más amplia. Las comprensiones de la verdad, la belleza y la bondad, la moralidad, la ética, el deber, el amor, la divinidad, el origen, la existencia, el propósito, el destino, el tiempo, el espacio, aun la Deidad, son tan sólo relativamente verdaderas. Dios es mucho, mucho más que un Padre, pero el concepto de Padre es el más elevado que tiene el hombre de Dios; sin embargo se mejorará la representación del Padre-Hijo de la relación Creador-criatura por medio de aquellos conceptos supermortales de la Deidad que se obtendrán en Orvonton, en Havona y en el Paraíso. El hombre tiene que pensar dentro de un marco universal mortal, pero eso no significa que no pueda visualizar otros marcos más elevados dentro de los cuales pueda tener cabida el pensamiento.
Para facilitar la comprensión mortal del universo de los universos se han designado finito, absonito y absoluto los diversos niveles de la realidad cósmica. De éstos, sólo el absoluto es no cualificadamente eterno, verdaderamente existencial. Los absonitos y los finitos son derivativos, modificaciones, cualificaciones y atenuaciones de la original y primordial realidad absoluta de la infinidad.
Los reinos de lo finito existen por virtud del propósito eterno de Dios. Las criaturas finitas, altas y bajas, pueden proponer teorías, y lo han hecho, en cuanto a la necesidad de lo finito en la economía cósmica, pero en último análisis, existe porque Dios lo quiso. No se puede explicar el universo, tampoco puede una criatura finita ofrecer una razón racional de su propia existencia individual sin apelar a los actos previos y a la volición preexistente de los seres ancestrales: Creadores o procreadores.