La soberanía de Urantia también está complicada por el embargo arbitrario de antaño de la autoridad planetaria por parte del gobierno de Norlatiadek, poco después de la rebelión planetaria. Aún reside en Urantia un Hijo Vorondadek, un observador en nombre de los Altísimos de Edentia, y, en ausencia de una acción directa de Micael, fideicomiso de la soberanía planetaria. El presente observador Altísimo (y a veces regente) es el número veintitrés que así sirve en Urantia.
Existen ciertos grupos de problemas planetarios que aún están bajo el control de los Altísimos de Edentia, habiendo sido tomada la jurisdicción sobre ellos al tiempo de la rebelión de Lucifer. Ejerce la autoridad en estos asuntos un Hijo Vorondadek, el observador de Norlatiadek, quien mantiene relaciones de carácter de asesoría muy estrechas con los supervisores planetarios. Los comisionados de la raza son muy activos en Urantia, y sus varios jefes de grupo están informalmente relacionados con el observador Vorondadek residente, quien actúa como su director asesor.
En una crisis, el jefe real y soberano del gobierno, a excepción de ciertos asuntos puramente espirituales, sería este Hijo Vorondadek de Edentia actualmente a cargo de la observación. (En estos problemas exclusivamente espirituales y en ciertos asuntos puramente personales, la autoridad suprema parece haber sido conferida al arcángel en comando, agregado a la sede central divisional de esa orden, que recientemente se estableció en Urantia).
Un observador Altísimo tiene el poder de tomar en sus manos el gobierno planetario si así lo considera en tiempos de grave crisis planetaria, y los registros indican que esto ha ocurrido treinta y tres veces en la historia de Urantia. En tales momentos, el observador Altísimo funciona como regente Altísimo, ejerciendo autoridad incuestionable sobre todos los ministros y administradores residentes en el planeta a excepción solamente de la organización divisional de los arcángeles.
Las regencias Vorondadek no son peculiares en los planetas aislados por la rebelión, porque los Altísimos pueden intervenir en cualquier momento en los asuntos de los mundos habitados, interponiendo la sabiduría superior de los gobernantes de la constelación en los asuntos de los reinos de los hombres.