No se conoce a los serafines como guardianes del destino hasta el momento en que se los asigna a la asociación de un alma humana que ha alcanzado uno o más de tres logros: ha hecho la decisión suprema de volverse semejante a Dios, ha entrado al tercer círculo o ha sido hecho partícipe de uno de los cuerpos de reserva del destino.
En la evolución de las razas se asigna un guardián del destino al primer ser humano que alcanza el círculo requerido de conquista. En Urantia el primer mortal que tuvo un guardián personal fue Rantowoc, un hombre sabio de la raza roja de hace mucho tiempo.
Se hacen todas las asignaciones angélicas a partir de un grupo de serafines voluntarios, y estos nombramientos están siempre de acuerdo con las necesidades humanas y con la consideración del estado del par angélico—a la luz de la experiencia, pericia y sabiduría seráficas. Se asigna como guardianes del destino sólo a los serafines de servicio prolongado, los tipos más expertos y probados. Muchos guardianes han ganado gran experiencia valiosa en aquellos mundos que son de la serie de no fusión con el Ajustador. Como los Ajustadores, los serafines se ocupan de estos seres durante una sola vida y son luego liberados para nuevas asignaciones. Muchos guardianes en Urantia han tenido esta previa experiencia práctica en otros mundos.
Cuando los seres humanos no llegan a sobrevivir, sus guardianes personales o de grupo pueden servir repetidamente en capacidad similar en el mismo planeta. Los serafines desarrollan un respeto sentimental por los mundos individuales y mantienen un afecto especial por ciertas razas y tipos de criaturas mortales con las cuales se han asociado tan estrecha e íntimamente.
Los ángeles desarrollan un gran afecto por sus asociados humanos; y vosotros, si tan sólo pudierais visualizar a los serafines, también desarrollaríais un cálido afecto por ellos. Liberados de los cuerpos materiales y puestos en formas espirituales, estaríais muy cerca de los ángeles en muchos atributos de la personalidad. Comparten la mayor parte de vuestras emociones y experimentan algunas más. La única emoción que os impulsa y que es para ellos algo difícil de comprender es la herencia del temor animal que ocupa tanto lugar en la vida mental del habitante promedio de Urantia. Los ángeles verdaderamente encuentran difícil comprender por qué vosotros permitís tan persistentemente que vuestros poderes intelectuales más elevados, aun vuestra fe religiosa, estén tan dominados por el temor, tan profundamente desmoralizados por el pánico irracional del miedo y de la ansiedad.
Todos los serafines tienen nombres individuales, pero en los registros de asignación al servicio en el mundo, se los designa frecuentemente por sus números planetarios. En la sede central del universo están registrados por nombre y número. El guardián del destino del sujeto humano utilizado en esta comunicación de contacto es el número 3 del grupo 17, de la compañía 126, del batallón 4, de la unidad 384, de la legión 6, de la hueste 37, del ejército seráfico 182.314 de Nebadon. El número de la asignación planetaria actual de este serafín en Urantia y para con este sujeto humano es 3.641.852.
En el ministerio de la custodia personal, la asignación de ángeles con el encargo de guardianes del destino, los serafines siempre ofrecen voluntariamente sus servicios. En la ciudad anfitriona de esta visitación, cierto mortal fue recientemente admitido al cuerpo de reserva del destino, y puesto que un ángel guardián asiste personalmente a los humanos en estas condiciones, más de cien serafines calificados se ofrecieron para el cargo. El director planetario seleccionó a doce de los individuos más expertos y posteriormente nombró al serafín que seleccionó como el mejor para guiar a este ser humano por la jornada de su vida. O sea, seleccionaron a cierto par de serafines igualmente calificados; uno de los dos de este par seráfico está siempre de centinela.
Las tareas seráficas pueden ser incansables, pero cada uno de los dos del par angélico es capaz de satisfacer todas las responsabilidades del ministerio. Como los querubines, los serafines generalmente sirven en pares, pero a diferencia de sus asociados menos avanzados, los serafines a veces trabajan individualmente. En prácticamente todos sus contactos con los seres humanos, pueden funcionar como individuos. Se requieren los dos ángeles tan sólo para comunicación y servicio en los circuitos más elevados de los universos.
Cuando un par seráfico acepta la asignación de custodia, sirve a ese ser humano por el resto de su vida. El complemento del ser (uno de los dos ángeles) se vuelve el registrador de la empresa. Estos serafines complementarios son los ángeles registradores de los mortales de los mundos evolucionarios. Un par de querubines (un querubín y un sanobín) que están siempre asociados con los guardianes seráficos, mantienen los registros pero siempre uno de los serafines patrocina estos registros.
Para los fines de descansar y volver a cargarse con la energía vital de los circuitos del universo, el guardián es reemplazado periódicamente por su complemento, y durante su ausencia el querubín asociado funciona como registrador, tal como ocurre también cuando el serafín complementario se encuentra similarmente ausente.