El reconocimiento es un proceso intelectual que consiste en ubicar las impresiones sensoriales recibidas del mundo exterior en los esquemas de la memoria del individuo. Comprender implica que esas impresiones sensoriales reconocidas y sus esquemas de memoria asociados han sido integrados u organizados en una red dinámica de principios.
Los significados se derivan de la combinación del reconocimiento y la comprensión. Los significados son inexistentes en un mundo totalmente material o sensorial. Los significados y los valores se perciben tan sólo en las esferas más interiores o supermateriales de la experiencia humana.
Todos los avances de la verdadera civilización nacen en este mundo interior de la humanidad. Es tan sólo la vida interior la que es realmente creadora. Las civilizaciones difícilmente podrán progresar si la mayoría de la juventud de cualquier generación dedica sus intereses y energías al perseguimiento materialista del mundo sensorial o exterior.
Los mundos interior y exterior tienen un esquema de valores distinto. Cualquier civilización se encuentra en peligro si tres cuartos de su juventud se dedican a profesiones materialistas y al perseguimiento de las actividades sensoriales del mundo exterior. La civilización corre peligro cuando la juventud deja de interesarse en la ética, la sociología, la eugenesia, la filosofía, las artes, la religión y la cosmología.
Sólo en los niveles más elevados de la mente superconsciente a medida que se inmiscuye en el mundo espiritual de la experiencia humana, podéis encontrar esos conceptos más elevados en asociación con los modelos originales eficaces que contribuirán a la construcción de una civilización mejor y más duradera. La personalidad es inherentemente creadora, pero funciona así tan sólo en la vida interior del individuo.
Los cristales de nieve son siempre de forma hexagonal, pero no hay dos que sean idénticos. Los niños corresponden a tipos, pero no hay dos que sean exactamente idénticos, aun en el caso de los mellizos. La personalidad concuerda con los tipos, pero es siempre única.
La felicidad y el regocijo se originan en la vida interior. No puedes experimentar verdadero regocijo completamente solo. Una vida solitaria es fatal para la felicidad. Aun las familias y las naciones disfrutarán más de la vida si la comparten con otros.
No puedes controlar completamente el mundo exterior—el medio ambiente. Es la creatividad del mundo interior la que está más sujeta a tu dirección porque allí tu personalidad está tan grandemente liberada de las cadenas de las leyes de la causalidad antecedente. Existe en asociación con la personalidad una soberanía limitada de la voluntad.
Puesto que esta vida interior del hombre es verdaderamente creadora, cada persona tiene la responsabilidad de elegir si esta creatividad será espontánea y totalmente azarosa, o controlada, dirigida y constructiva. ¿Cómo puede una imaginación creativa producir niños valiosos si el escenario sobre el que actúa ya está atiborrado de prejuicio, odio, temores, resentimientos, venganza e intolerancias?
Las ideas pueden originarse en los estímulos del mundo exterior, pero los ideales nacen sólo en los reinos creadores del mundo interior. Actualmente las naciones del mundo son dirigidas por hombres que tienen superabundancia de ideas, pero gran pobreza de ideales. Ésta es la explicación de la pobreza, divorcio, guerra y odios raciales.
Éste es el problema: si el hombre que goza de libre albedrío está dotado de poderes de creatividad en su fuero interior, debemos reconocer entonces que la creatividad de libre albedrío comprende el potencial de la destructividad por el libre albedrío. Y cuando la creatividad se torna destructividad, os enfrentáis con la devastación del mal y del pecado: la opresión, la guerra y la destrucción. El mal es una parcialidad de la creatividad que tiende hacia la desintegración y destrucción final. Todo conflicto es malo en cuanto inhibe la función creadora de la vida interior—es una especie de guerra civil en la personalidad.
La creatividad interior contribuye a ennoblecer el carácter a través de la integración de la personalidad y de la unificación del yo. Es por siempre verdad: el pasado es incambiable; tan sólo el futuro puede ser cambiado por el ministerio de la creatividad presente del yo interior.