No debe pensarse que los Ajustadores viven en el cerebro material de los seres humanos. No son parte orgánica de las criaturas físicas de los reinos. El Ajustador del Pensamiento se puede visualizar en forma más apropiada como residiendo dentro de la mente mortal del hombre más bien que como existiendo dentro de los confines de un órgano físico específico. Y el Ajustador constantemente se comunica, indirectamente, y sin reconocimiento con el sujeto humano, especialmente durante aquellas experiencias sublimes de contacto adorador de la mente con el espíritu en la superconciencia.
Me gustaría que me fuera posible ayudar a los mortales en evolución a que alcancen una comprensión mejor y consigan una apreciación más plena de la tarea altruista y extraordinaria de los Ajustadores que viven dentro de ellos, quienes son tan devotamente fieles a la tarea de fomentar el bienestar espiritual del hombre. Estos Monitores son ministros eficientes para las fases más elevadas de la mente del hombre; son manipuladores sabios y expertos del potencial intelectual del intelecto humano. Estos ayudantes celestiales se dedican a la estupenda tarea de guiaros certeramente hacia adentro y hacia arriba en dirección al refugio celestial de la felicidad. Estos trabajadores incansables están consagrados a la personificación futura del triunfo de la verdad divina en vuestra vida eterna. Son los operarios vigilantes que pilotean la mente humana consciente de Dios, alejándola de los escollos del mal y al mismo tiempo guiando expertamente el alma evolutiva del hombre hacia las bahías divinas de la perfección en orillas eternas y vastamente distantes. Los Ajustadores son directores amantes, vuestras guías seguras y certeras a través de los laberintos oscuros e inciertos de vuestra corta carrera terrenal; son los maestros pacientes que os impulsan constantemente hacia adelante en los caminos de la perfección progresiva. Son los custodios cuidadosos de los valores sublimes del carácter de la criatura. Me gustaría que pudierais amarlos más, cooperar con ellos más plenamente y atesorarlos más afectuosamente.
Aunque los residentes divinos están principalmente preocupados por vuestra preparación espiritual para la próxima etapa de la existencia sin fin, también se interesan profundamente por vuestro bienestar temporal y vuestros logros reales en la tierra. Les regocija contribuir a vuestra salud, felicidad y prosperidad auténtica. No son indiferentes a vuestro éxito en todos los asuntos de avance planetario que no sean contrarios a vuestra vida futura de progreso eterno.
Los Ajustadores están interesados y preocupados por vuestras acciones diarias y los múltiples detalles de vuestra vida hasta el grado en que éstos influyan en la determinación de vuestras elecciones temporales significativas y decisiones espirituales vitales que, por lo tanto, son factores en la solución de vuestro problema de la supervivencia y del progreso eterno del alma. El Ajustador, aunque pasivo respecto del bienestar puramente temporal, es divinamente activo en todos los asuntos de vuestro futuro eterno.
El Ajustador permanece con vosotros en todo desastre y a través de toda enfermedad que no destruya totalmente la mentalidad. Pero, cuán cruel manchar y de alguna otra manera corromper deliberadamente el cuerpo físico, que debe servir como tabernáculo terrestre de este don maravilloso de Dios. Todo veneno físico atrasa considerablemente los esfuerzos del Ajustador por exaltar la mente material, mientras que los venenos mentales del temor, la ira, la envidia, los celos, las sospechas y la intolerancia del mismo modo interfieren terriblemente con el progreso espiritual del alma evolutiva.
Hoy en día estás pasando por un período de galanteo con tu Ajustador; y si demuestras ser fiel a la confianza puesta en ti por el espíritu divino que busca a tu mente y a tu alma en la unión eterna, eventualmente se producirá esa unidad morontial, esa armonía excelsa, esa coordinación cósmica, esa sincronización divina, esa fusión celestial, esa mezcla de identidad sin fin, esa unidad de ser que es tan perfecta y final que aun las personalidades más expertas jamás pueden segregar o reconocer como identidades separadas a los socios de la fusión: el hombre mortal y el Ajustador divino.