El Paraíso es único en el sentido de que es el dominio del origen primordial y la meta final de destino de todas las personalidades espirituales. Aunque es cierto que no todos los seres espirituales inferiores de los universos locales están de inmediato destinados al Paraíso, el Paraíso no deja de ser la meta anhelada por todas las personalidades supermateriales.
El Paraíso es el centro geográfico de la infinidad; no es parte de la creación universal, ni siquiera parte real del eterno universo de Havona. Comúnmente nos referimos a la Isla central como perteneciente al universo divino, pero realmente no es así. El Paraíso es una existencia eterna y exclusiva.
En la eternidad del pasado, cuando el Padre Universal dio expresión infinita de su yo espiritual en el ser del Hijo Eterno, simultáneamente reveló la infinidad potencial de su yo no personal como Paraíso. Un Paraíso no personal y no espiritual parece haber sido la repercusión inevitable de la voluntad y acción del Padre que eternizó el Hijo Original. De este modo el Padre proyectó la realidad en dos fases—la personal y la no personal, la espiritual y la no espiritual. La tensión entre ellas, frente a la voluntad de acción del Padre y el Hijo, dio existencia al Actor Conjunto y al universo central de mundos materiales y seres espirituales.
Cuando la realidad se diferencia entre lo personal y lo no personal (el Hijo Eterno y el Paraíso), no es apropiado llamar «Deidad» a aquello que es no personal, a menos que esté cualificado de alguna manera. Las repercusiones materiales y de energía de los hechos de la Deidad difícilmente podrían ser llamadas Deidad. La Deidad puede causar muchas cosas que no son Deidad, el Paraíso no es Deidad; tampoco es consciente en el sentido en que el hombre mortal podría llegar a comprender tal término.
El Paraíso no es ancestral de ningún ser o entidad viviente; no es un creador. La personalidad y las relaciones de mente-espíritu son transmisibles, pero el modelo original no es. Los modelos nunca son reflejos; son duplicaciones—reproducciones. El Paraíso es el absoluto de los modelos originales; Havona es un muestrario de estos potenciales en la realidad.
La residencia de Dios es central y eterna, gloriosa e ideal. Su hogar es el hermoso modelo para todos los mundos centros de gobierno del universo; el universo central de su morada inmediata es el modelo para todos los universos en sus ideales, su organización y su último destino.
El Paraíso es el centro de gobierno universal de todas las actividades de personalidad y el origen-centro de todas las manifestaciones de fuerza-espacio y energía. Todo lo que ha sido, es ahora, y aún va a ser, ha venido, viene ahora o vendrá de esta morada central de los Dioses eternos. El Paraíso es el Centro de toda la creación, la fuente de todas las energías, y el lugar de origen primordial de todas las personalidades.
Después de todo, para los mortales, la cosa más importante acerca del Paraíso eterno es el hecho de que esta morada perfecta del Padre Universal es el destino real y remoto de las almas inmortales de los hijos mortales y materiales de Dios, las criaturas ascendentes de los mundos evolutivos del tiempo y el espacio. Cada mortal que conoce a Dios y que ha abrazado la carrera de hacer la voluntad del Padre, ya se ha embarcado en la larga, la larguísima senda hacia el Paraíso en la búsqueda de la divinidad y logro de la perfección. Y cuando un ser de origen animal llega a la presencia del Dios del Paraíso, como ya lo han hecho muchos, en número incontable, habiendo ascendido de las esferas humildes del espacio, ese logro representa la realidad de una transformación espiritual que llega a tocar los límites de la supremacía.
[Presentado por un Perfeccionador de la Sabiduría comisionado para este trabajo por los Ancianos de los Días en Uversa.]
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