El Paraíso sirve muchos propósitos en la administración de los reinos universales, pero para los seres criaturas existe fundamentalmente como morada de la Deidad. La presencia personal del Padre Universal reside en el centro mismo de la superficie superior de esta morada de las Deidades la cual es casi circular, pero no esférica. Esta presencia paradisiaca del Padre Universal está inmediatamente rodeada por la presencia personal del Hijo Eterno, mientras que ambos están envueltos en la gloria inenarrable del Espíritu Infinito.
Dios habita, ha habitado y habitará por siempre en esta misma morada central y eterna. Siempre lo hemos hallado allí y siempre allí lo hallaremos. El Padre Universal está cósmicamente enfocado, espiritualmente personalizado, y geográficamente reside en este centro del universo de los universos.
Todos sabemos el camino directo a seguir para encontrar al Padre Universal. Vosotros no podéis comprender mucho acerca de la morada divina debido a lo remota que está de vosotros y a la inmensidad del espacio que os separa de ella, pero los que pueden comprender el significado de estas distancias enormes conocen la ubicación y morada de Dios tan certera y literalmente como vosotros conocéis la ubicación de Nueva York, Londres, Roma o Singapur, ciudades definitiva y geográficamente situadas en Urantia. Si fueras un navegante hábil, equipado de nave, mapas y brújula, podrías encontrar fácilmente estas ciudades. Asímismo, si tuvieras el tiempo, los medios de viaje y estuvieras calificado espiritualmente, y contaras con la guía necesaria, podrías pilotear de universo en universo y de circuito en circuito, viajando siempre hacia el interior a través de los dominios estelares, hasta que por fin te hallarías ante el resplandor central de la gloria espiritual del Padre Universal. Provistos de todo lo necesario para el viaje, es tan posible encontrar la presencia personal de Dios en el centro de todas las cosas como lo sería encontrar ciudades distantes en tu propio planeta. El hecho de que tú no hayas visitado estos sitios no refuta en modo alguno su realidad ni su existencia auténtica. Que tan pocas de las criaturas del universo hayan encontrado a Dios en el Paraíso en modo alguno refuta tampoco la realidad de su existencia ni de su persona espiritual en el centro de todas las cosas.
El Padre ha de ser hallado siempre en esta ubicación central. Si se mudara, se desencadenaría el pandemonio universal, porque en él convergen en este centro residencial las líneas universales de la gravedad desde los confines de la creación. Si remontamos el circuito de la personalidad a través de los universos o seguimos las personalidades ascendentes mientras viajan hacia el interior de la creación donde está el Padre; si trazamos las líneas de la gravedad material hasta el Paraíso bajo, o seguimos los ciclos pulsantes de la fuerza cósmica; si trazamos las líneas de la gravedad espiritual hasta el Hijo Eterno o seguimos la procesión de los Hijos Paradisiacos de Dios que se dirige hacia el centro; si descubrimos los circuitos mentales o seguimos los billones de billones de seres celestiales que surgen del Espíritu Infinito, mediante cualquiera de estas observaciones o por todas ellas se nos conducirá directamente hasta la presencia del Padre, en su morada central. Aquí, Dios está personal, literal y realmente presente, y desde su ser infinito fluyen los caudales de las corrientes de la vida, la energía y la personalidad para todos los universos.