Algunas de las dificultades al formar conceptos de la integración de la realidad infinita son inherentes al hecho de que dichas ideas comprenden algo de la finalidad del desarrollo universal, un tipo de realización experiencial de todo lo que puede ser jamás. Y es inconcebible que la infinidad cuantitativa pueda jamás tornarse completamente real en finalidad. Siempre deben quedar posibilidades no exploradas en los tres Absolutos potenciales que ninguna cantidad de desarrollo experiencial podría agotar jamás. La eternidad misma, aunque absoluta, no es más de absoluta.
Aun un concepto hipotético de integración final es inseparable de los frutos de la eternidad no cualificada y es por lo tanto prácticamente no alcanzable en cualquier momento futuro concebible.
Las Deidades que constituyen la Trinidad del Paraíso establecen el destino por su acción volitiva; el destino se establece en la vastedad de los tres grandes potenciales cuyo absolutez abarca las posibilidades de todo desarrollo futuro; el destino se consume probablemente por la acción del Consumador del Destino Universal, y este acto tiene probablemente que ver con el Supremo y el Último en la Trinidad Absoluta. Todo destino experiencial puede ser comprendido por lo menos parcialmente por las criaturas experienciales; pero un destino que hace impacto con los existenciales infinitos es difícilmente comprensible. El destino en la finalidad es un logro existencial-experiencial que parece comprender el Absoluto de Deidad. Pero el Absoluto de Deidad mantiene una relación de eternidad con el Absoluto No Cualificado por virtud del Absoluto Universal. Y estos tres Absolutos, experienciales en posibilidad, son efectivamente existenciales y más, siendo ilimitados, sin tiempo, sin espacio, sin límites y sin medida,—verdaderamente infinitos.
La improbabilidad del alcance de la meta no previene sin embargo la teorización filosófica sobre tales destinos hipotéticos. La actualización del Absoluto de Deidad como un Dios absoluto alcanzable puede ser prácticamente imposible en cuanto a su realización; sin embargo, tal fruto de finalidad sigue siendo una posibilidad teórica. La participación del Absoluto No Cualificado en algún cosmos infinito inconcebible puede ser inmensurablemente remoto en la futuridad de la eternidad sin fin, pero dicha hipótesis es sin embargo válida. Los mortales, los morontiales, los espíritus, los finalistas, los Trascendentales y otros, juntamente con los universos mismos y todas las demás fases de la realidad, ciertamente tienen un destino potencialmente final que es absoluto en valor; pero dudamos que un ser o universo pueda alcanzar completamente jamás todos los aspectos de dicho destino.
Por más que crezcas en la comprensión de Padre, tu mente siempre va a titubear ante la infinidad no revelada del Padre-YO SOY, la vastedad inexplorada la cual siempre permanecerá insondable e incomprensible a través de todos los ciclos de la eternidad. Aunque alcancéis mucho de Dios, siempre habrá más de él, la existencia del cual vosotros jamás sospecharéis siquiera. Y creemos que esto es igualmente verdad en lo niveles trascendentales como lo es en los dominios de la existencia finita. ¡La búsqueda de Dios no tiene fin!
Dicha incapacidad para alcanzar a Dios en un sentido final no debería desalentar en manera alguna a las criaturas del universo; en realidad, podéis alcanzar y en efecto alcanzáis niveles de Deidad del Séptuple, el Supremo y el Último, lo cual significa para vosotros lo que la comprensión infinita de Dios el Padre significa para el Hijo Eterno y el Actor Conjunto en su estado absoluto de existencia en la eternidad. En lugar de acosar a la criatura, la infinidad de Dios debería ser el seguro supremo de que a lo largo de la futuridad sin fin una personalidad ascendente tendrá ante sí las posibilidades del desarrollo de la personalidad y asociación con la Deidad que aun la eternidad no agotará ni terminará jamás.
Para las criaturas finitas del gran universo, el concepto del universo maestro parece ser casi infinito, pero indudablemente los arquitectos absonitos del mismo perciben su relación con los desarrollos futuros y no imaginados dentro del YO SOY sin fin. Aun el espacio mismo no es más que una condición última, una condición de cualificación dentro de lo absoluto relativo de las zonas quietas del espacio medio.
En el inconcebiblemente remoto momento futuro en la eternidad en que se complete finalmente el universo maestro entero, indudablemente todos volveremos los ojos hacia atrás, sobre la entera historia, visualizándola tan sólo como el comienzo, simplemente la creación de ciertos cimientos finitos y trascendentales para metamorfosis aun mayores y más cautivantes en el infinito inexplorado. En tal momento futuro de la eternidad, el universo maestro aun parecerá juvenil; en efecto, será siempre joven frente a las posibilidades ilimitadas de la eternidad sin fin.
La improbabilidad del alcance del destino infinito no previene en lo más mínimo el surgimiento de ideas sobre dicho destino, y no vacilamos en decir que, si los tres potenciales absolutos pudieran en algún momento actualizarse completamente, sería posible concebir la integración final de la realidad total. Esta realización de desarrollo está basada en la actualización completa de los Absolutos No Cualificado, Universal y de Deidad, las tres potencialidades cuya unión constituye la latencia del YO SOY, las realidades suspendidas de la eternidad, las posibilidades expectantes de toda la futuridad, y más.
Dichas eventualidades son más bien remotas por lo menos; sin embargo, en los mecanismos, personalidades y asociaciones de las tres Trinidades creemos detectar la posibilidad teórica de reunir las siete fases absolutas del Padre-YO SOY. Y esto nos lleva a enfrentarnos con el concepto de la Trinidad triple que abarca la Trinidad del Paraíso de estado existencial y las dos Trinidades de aparición subsiguiente de naturaleza y origen experienciales.