Aunque el establecimiento del hecho de la creencia no es equivalente al establecimiento del hecho de aquello en lo cual se cree, sin embargo, la progresión evolucionaria de vida sencilla al estado de personalidad demuestra el hecho de la existencia del potencial de la personalidad desde un principio. Y en los universos temporales, lo potencial es siempre supremo sobre lo actual. En el cosmos evolutivo lo potencial es lo que será, y lo que será es el desarrollo de los mandatos de propósito de la Deidad.
Esta misma supremacía con propósito se observa en la evolución de la ideación de la mente cuando el temor primitivo animal se transforma en la reverencia constantemente profundizante de Dios y en el creciente respeto temeroso al universo. El hombre primitivo tenía más temor religioso que fe, y la supremacía de los potenciales espirituales sobre los actuales de la mente se demuestra cuando este miedo timorato se traduce en fe viviente en las realidades espirituales.
Podéis interpretar psicológicamente la religión evolucionaria, pero no la religión de la experiencia personal de origen espiritual. La moralidad humana puede reconocer valores, pero sólo la religión puede conservar, exaltar y espiritualizar dichos valores. Pero a pesar de dichas acciones, la religión es algo más que moralidad emocionalizada. La religión es para la moralidad lo que el amor es para el deber, lo que la filiación es para la servidumbre lo que la esencia es para la sustancia. La moralidad revela un Controlador todopoderoso, una Deidad a quien servirle; la religión revela un Padre todo amor, un Dios para ser adorado y amado. Nuevamente esto se debe a la potencialidad espiritual de la religión que domina sobre la realidad del deber de la moralidad evolutiva.