La personalidad es un nivel de la realidad deificada y se encuentra desde el nivel mortal y el de los seres intermedios de la activación más elevada de la mente de adoración y sabiduría a través del nivel morontial y espiritual hasta el logro de la finalidad del estado de personalidad. Esa es la ascensión evolucionaria de la personalidad de las criaturas mortales y la personalidad semejante, pero existen numerosas otras órdenes de personalidades del universo.
La realidad está sujeta a la expansión universal, la personalidad a la diversificación infinita, y ambas son capaces de coordinación casi ilimitada con la Deidad y de estabilización eterna. Aunque se limita definitivamente la gama metamórfica de la realidad no personal, no conocemos limitación alguna en la evolución progresiva de las realidades de la personalidad.
En los niveles experienciales logrados, todas las órdenes o valores de la personalidad son asociables y aun cocreacionales. Aún Dios y el hombre pueden coexistir en una personalidad unificada, tal como está demostrado tan exquisitamente en el estado presente de Cristo Micael—Hijo del Hombre e Hijo de Dios.
Todas las órdenes y fases subinfinitas de la personalidad son asociativas alcanzables y potencialmente cocreacionales. Lo prepersonal, lo personal y lo superpersonal están vinculados por un potencial mutuo de logro coordinado, alcance progresivo y capacidad cocreacional. Pero lo impersonal no se transforma nunca directamente en personal. La personalidad no es nunca espontánea; es el don del Padre del Paraíso. La personalidad está superimpuesta sobre la energía, y está asociada solamente con los sistemas vivientes de energía; la identidad puede estar asociada con esquemas no vivientes de energía.
El Padre Universal es el secreto tanto de la realidad de la personalidad, como del otorgamiento de la personalidad y del destino de la personalidad. El Hijo Eterno es la personalidad absoluta, el secreto de la energía espiritual, de los espíritus morontiales y de los espíritus perfeccionados. El Actor Conjunto es la personalidad espíritumente, la fuente de la inteligencia, la razón y la mente universal. Pero la Isla del Paraíso es no personal y extraespiritual, siendo la esencia del cuerpo universal, la fuente y centro de la materia física y el modelo maestro absoluto de la realidad material universal.
Estas cualidades de la realidad universal se manifiestan en la experiencia humana en Urantia en los siguientes niveles:
1. Cuerpo. El organismo material o físico del hombre. El mecanismo electroquímico viviente de naturaleza y origen animal.
2. Mente. El mecanismo del organismo humano que piensa, percibe y siente. El total de la experiencia consciente e inconsciente. La inteligencia, asociada con la vida emocional, que va hacia arriba, mediante la adoración y la sabiduría, hasta el nivel del espíritu.
3. Espíritu. El espíritu divino que reside en la mente del hombre—el Ajustador del Pensamiento. Este espíritu inmortal es prepersonal– no es una personalidad, aunque está destinado a volverse parte de la personalidad de la criatura mortal sobre viviente.
4. Alma. El alma del hombre es una adquisición experiencial. A medida que la criatura mortal elige «hacer la voluntad del Padre en el cielo», el espíritu residente se vuelve padre de una nueva realidad en la experiencia humana. La mente mortal y material es la madre de esta misma realidad que surge. La sustancia de esta nueva realidad no es material ni espiritual—es morontial. Ésta es el alma inmortal naciente destinada a sobrevivir la muerte mortal y comenzar la ascensión al Paraíso.
5. Personalidad. La personalidad del hombre mortal no es ni cuerpo, ni mente, ni espíritu; tampoco es el alma. La personalidad es la única realidad invariable en una experiencia por otra parte constantemente cambiante de la criatura; y une todos los demás factores asociados de la individualidad. La personalidad es el don único que el Padre Universal hace a las energías vivientes y asociadas de materia, mente y espíritu, y que sobrevive con la supervivencia del alma morontial.
Morontia es un término que designa un vasto nivel entre lo material y lo espiritual. Puede designar realidades personales o impersonales, energías vivientes o no vivientes. El telar de morontia es espiritual, su tejido es físico.