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Yahvé—El Dios de los Hebreos

5. Las Enseñanzas de Moisés

96:5.1

Moisés era una extraordinaria combinación de líder militar, organizador social y maestro religioso. Fue el maestro y líder individual más importante del mundo entre los tiempos de Maquiventa y los de Jesús. Moisés intentó introducir muchas reformas en Israel de las que no queda registro. En el espacio de vida de un solo hombre condujo a las huestes políglotas de los así llamados hebreos fuera de la esclavitud y de la actuación incivilizada mientras preparaba los cimientos para el nacimiento subsiguiente de una nación y la perpetuación de una raza.

96:5.2

Hay muy poco registro de la gran obra de Moisés porque los hebreos no tenían en la época del éxodo un lenguaje escrito. El registro de los tiempos y hechos de Moisés se derivó de las tradiciones mantenidas más de mil años después de la muerte del gran líder.

96:5.3

Muchos de los avances que Moisés realizó además de la religión de los egipcios y de las tribus levantinas circunvecinas fueron debido a las tradiciones ceneas del tiempo de Melquisedek. Sin las enseñanzas de Maquiventa a Abraham y a sus contemporáneos, los hebreos hubieran salido de Egipto en una oscuridad sin esperanzas. Moisés y su suegro, Jetro, reunieron los residuos de las tradiciones de los días de Melquisedek, y estas enseñanzas unidas con la instrucción de los egipcios, guiaron a Moisés en la creación de una religión perfeccionada y un mejor ritual para los israelitas. Moisés era un organizador; seleccionó lo mejor de la religión y las costumbres de Egipto y Palestina y, asociando estas prácticas con las tradiciones de las enseñanzas de Melquisedek, organizó el sistema ceremonial de adoración hebreo.

96:5.4

Moisés creía en la Providencia; estaba profundamente influido por las doctrinas de Egipto sobre el control sobrenatural del Nilo y de los demás elementos de la naturaleza. Tenía una gran visión de Dios, pero era totalmente sincero al enseñar a los hebreos que, si obedecían a Dios, «te amará, te bendecirá y te multiplicará. Multiplicará el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra—tu grano, tu vino, tu aceite y tus rebaños. Prosperarás por sobre todos los pueblos, y el Señor tu Dios te quitará toda enfermedad y no te dará ninguna de las malas plagas de Egipto». Incluso dijo: «Acuérdate del Señor tu Dios, porque él es quien te da el poder para hacer las riquezas». «Prestarás a muchas naciones, mas tú no tomarás prestado. Tendrás dominio sobre muchas naciones, pero sobre ti no tendrán dominio».

96:5.5

Pero era realmente penoso observar esta gran mente de Moisés en su esfuerzo por adaptar su concepto sublime de El Elyón, el Altísimo, a la comprensión de los hebreos ignorantes e iliteratos. Tronó a sus líderes reunidos: «El Señor vuestro Dios es un Dios; no hay otro fuera de él»; aunque a la multitud mezclada declaró: «¿Quién es como vuestro Dios entre todos los dioses?» Moisés realizó un esfuerzo valiente y en parte exitoso contra los fetiches y la idolatría, declarando: «Ninguna figura visteis en el día en que vuestro Dios os habló en Horeb de en medio del fuego». También prohibió que se hicieran imágenes de cualquier tipo.

96:5.6

Moisés temía proclamar la misericordia de Yahvé, prefiriendo asustar a su pueblo con el temor de la justicia de Dios, diciendo: «El Señor vuestro Dios es Dios de dioses, y Señor de señores, un gran Dios, un poderoso y temible Dios, que no hace acepción de personas». Nuevamente intentó controlar a los clanes turbulentos cuando declaró que «vuestro Dios mata cuando le desobedecéis; cura y da vida cuando le obedecéis». Pero Moisés enseñó a estas tribus que se volverían el pueblo elegido de Dios sólo a condición de que «cumplieran con todos sus mandamientos y obedecieran todos sus estatutos».

96:5.7

Se enseñó poco de la misericordia de Dios a los hebreos durante estos períodos primitivos. Aprendieron que Dios era «el Todopoderoso; el Señor guerrero, el Dios de las batallas, glorioso en el poder, que destruye a sus enemigos». «El Señor vuestro Dios anda en medio de tu campamento para librarte». Los israelitas imaginaban a su Dios como un Dios que los amaba, pero que también había «endurecido el corazón del faraón» y «maldecido a sus enemigos».

96:5.8

Aunque Moisés presentó a los hijos de Israel visiones fugaces de una Deidad universal beneficiosa a los hijos de Israel, en general, su concepto diario de Yahvé era el de un Dios un poco mejor que los dioses tribales de los pueblos circunvecinos. Su concepto de Dios era primitivo, burdo y antropomórfico; cuando Moisés murió, estas tribus beduinas recayeron rápidamente en las ideas semibarbáricas de sus dioses antiguos de Horeb y del desierto. La visión ampliada y más sublime de Dios que Moisés de vez en cuando presentaba a sus líderes pronto se perdió de vista, mientras que la mayor parte de la gente volvió a la adoración de sus becerros de oro fetiches, el símbolo del pastor palestino de Yahvé.

96:5.9

Cuando Moisés pasó el mando de los hebreos a Josué, ya había reunido miles de descendientes colaterales de Abraham, Nacor, Lot y otras de las tribus relacionadas y los había disciplinado en una nación automantenida y parcialmente autorreglamentada de guerreros pastoriles.


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