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Las Enseñanzas de Melquisedek en el Levante

6. Las Doctrinas de Salem en Irán

95:6.1

Desde Palestina algunos de los misioneros Melquisedek pasaron a través de Mesopotamia a la gran llanura de Irán. Durante más de quinientos años los maestros de Salem progresaron en Irán, y la nación entera estaba a punto de adoptar la religión de Melquisedek cuando un cambio de gobernantes precipitó la persecución amarga que prácticamente puso fin a las enseñanzas monoteístas del culto salemita. La doctrina del pacto abrahámico virtualmente se extinguió en Persia cuando, en aquel gran siglo del renacimiento moral, el sexto siglo antes de Cristo, apareció Zoroastro, reavivando las brasas del evangelio de Salem.

95:6.2

Este fundador de una nueva religión era un joven aventuroso y viril quien, en su primer peregrinaje a Ur en Mesopotamia, había aprendido de las tradiciones de Caligastia y de la rebelión de Lucifer—juntamente con muchas otras tradiciones– todo lo cual hizo gran impresión sobre su naturaleza religiosa. Por consiguiente, como resultado de un sueño mientras estaba en Ur, decidió volver a su hogar norteño para remodelar la religión de su pueblo. Había asimilado la idea hebraica del Dios de la justicia, el concepto mosaico de divinidad. La idea de un Dios supremo estaba clara en su mente, y degradó a todos los demás dioses como diablos, consignándolos a las filas de los demonios de los cuales había oído hablar en Mesopotamia. Había aprendido de la historia de los Siete Espíritus Rectores puesto que esta tradición aún existía en Ur y, por eso, creó un firmamento de siete dioses supremos con Aura-Mazda a su cabeza. Asoció a estos dioses subordinados con la idealización de la Ley Justa, el Buen Pensamiento, el Gobierno Noble, el Carácter Santo, la Salud y la Inmortalidad.

95:6.3

Esta nueva religión era una religión de acción—de trabajo– no de oraciones ni rituales. Su Dios era un ser de suprema sabiduría y el patrono de la civilización; era una filosofía religiosa militante que se atrevía a batallar con el mal, la pereza y el atraso.

95:6.4

Zoroastro no enseñó la adoración del fuego sino que trató de utilizar la llama como símbolo del Espíritu puro y sabio de dominio universal y supremo. (Es verdad que sus seguidores más recientes reverenciaron y adoraron este fuego simbólico). Finalmente, cuando un príncipe iranio se convirtió, esta nueva religión se difundió por la espada. Y Zoroastro murió heroicamente en una batalla por lo que creía la «verdad del Señor de la luz».

95:6.5

El zoroastrismo es el único credo urantiano que perpetúa las enseñanzas edénicas y dalamatianas sobre los Siete Espíritus Rectores. Aunque no supo desarrollar el concepto de la Trinidad, se acercó en cierto modo al concepto de Dios el Séptuplo. El zoroastrismo original no era puro dualismo; aunque las enseñanzas primitivas ilustraron el mal como una coordinada temporal de la bondad, estaba definitivamente sumergido en la eternidad en la realidad última de la bondad. Sólo en tiempos posteriores ganó terreno la creencia de que el bien y el mal competían en planos equivalentes.

95:6.6

Las tradiciones judías del cielo y del infierno y la doctrina de los diablos tal como se la encuentra en las escrituras hebreas, aunque estaban fundadas en las tradiciones residuales de Lucifer y Caligastia, se derivaron principalmente del zoroastrismo durante los tiempos en que los judíos estuvieron bajo el dominio político y cultural de los persas. Zoroastro, tal como los egipcios, enseñó el «día del juicio», pero relacionó este evento con el fin del mundo.

95:6.7

Aun la religión que sucedió al zoroastrismo en Persia estuvo marcadamente influida por éste. Cuando los sacerdotes iranios trataron de derribar las enseñanzas de Zoroastro, resucitaron la antigua adoración de Mitra, y el mitraísmo se difundió a lo largo y a lo ancho del Levante y de las regiones mediterráneas, siendo durante cierto tiempo contemporal tanto del judaísmo como del cristianismo. Las enseñanzas de Zoroastro de esta manera dejaron su huella sucesivamente sobre tres grandes religiones: el judaísmo y el cristianismo y a través de ellos, el mahometanismo.

95:6.8

Pero hay gran distancia entre las enseñanzas excelsas y los nobles salmos de Zoroastro y las perversiones modernas de su evangelio por parte de los persas con su gran temor de los muertos, combinado con las creencias en las sofisterías que Zoroastro jamás se dignó considerar.

95:6.9

Este gran hombre formó parte de ese grupo único que surgió en el siglo sexto antes de Cristo para que la luz de Salem no se apagara completamente y para siempre; en ese período en que brillaba tan exiguamente como para mostrar al hombre en su mundo oscurecido el camino de la luz que lleva a la vida eterna.


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