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El Segundo Jardín

3. La Vida en la Mesopotamia

76:3.1

Al pasar el tiempo en el segundo jardín, fueron evidenciándose cada vez más las consecuencias de la contumacia. Extrañaban Adán y Eva sobremanera su antiguo hogar de belleza y tranquilidad así como a sus hijos que habían sido deportados a Edentia. Resultaba realmente patético observar a esta magnífica pareja reducida a la condición de la carne ordinaria del reino; mas conllevaron su calidad disminuida con gracia y entereza.

76:3.2

Prudentemente, Adán pasó la mayor parte del tiempo preparando a sus hijos y los compañeros de éstos en la administración pública, los procedimientos educativos y devociones religiosas. De no haber sido por esta previsión, habría estallado el pandemónium a la muerte de él. Para el caso, la muerte de Adán afectó muy poco los asuntos de los suyos. Pero mucho antes de fallecer Adán y Eva, reconocieron que habían aprendido sus hijos y seguidores gradualmente a olvidarse de los días de gloria en Edén. Fue mejor que se olvidara la mayoría de sus seguidores de la grandiosidad de Edén pues así no sentirían descontento indebido por su medio ambiente menos favorable.

76:3.3

Los gobernantes civiles de los adanitas fueron, por herencia, los hijos del primer jardín. El primer hijo de Adán, Adansón (Adam ben Adam), fundó un centro secundario de la raza violeta al norte del segundo Edén. El segundo hijo de Adán, Evasón, se convirtió en magistral dirigente y administrador; él fue el gran asistente de su padre. No vivió Evasón tanto tiempo como Adán, y el hijo mayor de aquél, Jansad, llegó a ser el sucesor de Adán como jefe de las tribus adanitas.

76:3.4

Los dirigentes religiosos, o el sacerdocio, originó con Set, el hijo sobreviviente mayor de Adán y Eva de los que nacieron en el segundo jardín. Nació a los ciento veintinueve años de la llegada de Adán a Urantia. Set se absorbió en la labor de mejorar la condición espiritual del pueblo de su padre, convirtiéndose en jefe del nuevo sacerdocio del segundo jardín. Su hijo, Enós, fundó la nueva orden de adoración, y su nieto, Cainán, instituyó el servicio exterior de misioneros para las tribus circunvecinas cercanas y lejanas.

76:3.5

El sacerdocio setita fue empresa triple que englobaba la religión, la salud y la educación. Se prepararon los sacerdotes de esta orden para oficiar en ceremonias religiosas, para hacer de médicos e inspectores sanitarios, y para actuar como maestros en las escuelas del jardín.

76:3.6

La caravana de Adán había llevado consigo las semillas y los bulbos de cientos de plantas y cereales del primer jardín a la tierra entre los dos ríos; también se habían llevado vastos rebaños y algunos de los animales domesticados. Debido a esto, contaron con francas ventajas sobre las tribus que los rodeaban. Disfrutaron de muchos de los beneficios de la cultura anterior del Jardín original.

76:3.7

Hasta el momento de la partida del primer jardín, Adán y su familia habían subsistido por costumbre a base de frutas, cereales y nueces. Camino de la Mesopotamia, habían comido por primera vez hierbas y hortalizas. Pronto se introdujo la práctica carnívora en el segundo jardín, pero Adán y Eva nunca comieron carne como parte de su dieta regular. Tampoco se convirtieron en carnívoros Adansón, ni Evasón, ni los demás hijos de la primera generación del primer jardín.

76:3.8

Los adanitas aventajaron sobremanera a los pueblos circunvecinos en logros culturales y desarrollo intelectual. Produjeron el tercer alfabeto y, por otro lado, sentaron los cimientos de gran parte de lo que fue precursor del arte moderno, las ciencias y la literatura. Aquí en las tierras entre el Tigris y el Eufrates, mantuvieron las artes de la escritura, la siderurgia, la alfarería y la tejeduría, y produjeron una especie de arquitectura que no fue superada durante miles de años.

76:3.9

Para la época, era ideal la vida familiar de los pueblos violetas. Obligatoriamente, recibían los niños cursos de adiestramiento en agricultura, artesanías y ganadería, o bien se preparaban para desempeñar los tres deberes de los setitas: ser sacerdote, médico y maestro.

76:3.10

Al reflexionar sobre el sacerdocio setita, no confundáis aquellos magnánimos y nobles maestros de la salud y la religión, aquellos verdaderos educadores, con los envilecidos y comerciales sacerdocios de las tribus posteriores y naciones circundantes. Sus conceptos religiosos de la Deidad y del universo eran avanzados y más o menos acertados; sus disposiciones sanitarias eran, para su época, excelentes, y jamás han sido superados sus métodos educativos.


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