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La Falta de Adán y Eva

3. La Tentación de Eva

75:3.1

Acababa de terminar Adán sus primeros cien años en la tierra cuando Serapatatia, a la muerte de su padre, asumió el mando de la confederación occidental o siria de las tribus noditas. La piel de Serapatatia tenía un tono pardo y era un genial descendiente brillante del antiguo jefe de la comisión sanitaria de Dalamatia que se había casado con un magistral cerebro femenino de la raza azul de aquellos distantes días. A través de las edades esta línea familiar había mantenido autoridad y ejercido gran influencia entre las tribus noditas del oeste.

75:3.2

Serapatatia había hecho varias visitas al Jardín y le había producido profunda impresión la justicia de la causa de Adán. Al poco de asumir el mando de los noditas sirios, dio a conocer su intención de establecer una afiliación con la obra de Adán y Eva en el Jardín. La mayoría de su gente se unió a él en este programa, y le animó a Adán la noticia de que había cambiado de opinión casi por completo la más poderosa e inteligente de todas las tribus vecinas a favor del programa de mejoramiento del mundo; fue indiscutiblemente alentador. Y poco tiempo después de este gran acontecimiento, Serapatatia y su nuevo séquito fueron recibidos de comensales en casa de Adán y Eva.

75:3.3

Llegó a figurar Serapatatia entre los más capaces y eficientes de todos los lugartenientes de Adán. Era enteramente honrado y totalmente sincero en todas sus actividades; nunca se percató, ni posteriormente, de que lo estuviera explotando como instrumento circunstancial el taimado Caligastia.

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Pronto Serapatatia se convirtió en el presidente asociado de la comisión edénica sobre las relaciones tribales, y se sentaron muchos planes para una vigorosa continuación de la labor de granjearse el apoyo de las tribus remotas a la causa del Jardín.

75:3.5

Sostuvo él muchas conversaciones con Adán y Eva—sobre todo con Eva– y trataron de muchos proyectos para mejorar sus procedimientos. Un día, durante una charla con Eva, se le ocurrió a Serapatatia que, mientras aguardaban el advenimiento de grandes cantidades de la raza violeta, sería muy beneficioso si, entre tanto, se pudiera hacer algo para el progreso de las menesterosas tribus expectantes. Serapatatia alegó que, si los noditas, en su calidad de raza más progresiva y cooperativa, pudieran contar con un dirigente con origen parcial en la raza violeta, constituiría un fuerte vínculo que uniría estos pueblos más estrechamente al Jardín. Juiciosa y honestamente, se consideró que todo lo antedicho beneficiaría al mundo, ya que este hijo, que habría de ser criado y educado en el Jardín, ejercería gran influencia benéfica sobre el pueblo de su padre.

75:3.6

Conviene nuevamente hacer hincapié en que Serapatatia fue totalmente honesto y completamente sincero en todo lo que proponía. Jamás sospechó que estaba en el juego de Caligastia y Daligastia. Serapatatia era totalmente leal al designio de formar una fuerte reserva de la raza violeta antes de intentar el mejoramiento mundial de los confundidos pueblos de Urantia. Pero hacían falta cientos de años para consumarse, y él era impaciente; quería apreciar resultados inmediatos—algunos durante su propia vida. A Eva le hizo patente que Adán a menudo se desanimaba por lo poco que se había logrado en cuanto al mejoramiento del mundo.

75:3.7

En secreto se fueron desarrollando estos proyectos durante más de cinco años. Finalmente evolucionaron hasta tal punto que Eva consintió en sostener una conversación secreta con Cano, la mente más brillante y jefe más activo de la colonia cercana de noditas amistosos. Cano simpatizaba mucho con el régimen adánico; de hecho, era el sincero dirigente religioso de los noditas vecinos que estaban a favor de relaciones amistosas con el Jardín.

75:3.8

Se produjo el encuentro fatídico durante las horas crepusculares de una tarde otoñal, cerca de la casa de Adán. Eva no había conocido nunca al hermoso y entusiasta Cano—que era en efecto un magnífico espécimen de la supervivencia del físico superior e intelecto destacado de sus remotos progenitores del séquito del Príncipe. Cano también creía sinceramente en la justicia del proyecto de Serapatatia. (La poligamia se solía practicar fuera del Jardín.)

75:3.9

Influida por los halagos, el entusiasmo y gran persuasión personal, Eva accedió en el acto a embarcarse en la empresa mucho discutida, a agregar su propio plan de salvación del mundo al designio divino más grande y trascendental. Antes de llegar a hacerse cargo de lo que acontecía, ya había dado el paso fatal. Ya estaba hecho.


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