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Después de Pentecostés

8. El Totalitarismo Secular

195:8.1

Pero aun cuando el materialismo y el mecanicismo hayan sido más o menos derrotados, la influencia devastadora del secularismo del siglo veinte seguirá frustrando la experiencia espiritual de millones de almas desprevenidas.

195:8.2

El secularismo moderno ha sido fomentado por dos influencias mundiales. El padre del secularismo fue la actitud de la así llamada ciencia—ciencia atea– de miras estrechas y sin Dios, del siglo diecinueve y del siglo veinte. La madre del secularismo moderno fue la totalitaria iglesia cristiana medieval. El secularismo tuvo su comienzo como protesta contra la dominación casi completa de la civilización occidental por la iglesia cristiana institucionalizada.

195:8.3

En el momento de esta revelación, el clima intelectual y filosófico que prevalece tanto en la vida europea como en la americana es decididamente secular—humanístico. Por trescientos años, el pensamiento occidental se ha ido secularizando progresivamente. La religión se ha vuelto más y más una influencia nominal, en su mayor parte un ejercicio ritualista. La mayoría de los cristianos profesos de la civilización occidental son, en realidad, secularistas inconscientes.

195:8.4

Se requirió un gran poder, una influencia poderosa, para liberar el pensar y el vivir de los pueblos occidentales de la garra destructora de una totalitaria dominación eclesiástica. El secularismo rompió las cadenas del control de la iglesia, y ahora, a su vez, amenaza con establecer un nuevo dominio ateo en el corazón y la mente del hombre moderno. El estado político tiránico y dictatorial es la herencia directa del materialismo científico y del secularismo filosófico. El secularismo no bien libera al hombre de la dominación de la iglesia institucionalizada cuando lo vende al vínculo esclavizante del estado totalitario. El secularismo libra al hombre de la esclavitud eclesiástica tan sólo para traicionarlo entregándolo a la tiranía de la esclavitud política y económica.

195:8.5

El materialismo niega a Dios, el secularismo simplemente lo ignora; por lo menos ésa era la actitud previa. Más recientemente, el secularismo ha tomado una actitud más militante, teniendo la presunción de tomar el lugar de la religión cuya esclavitud totalitaria anteriormente combatía. El secularismo del siglo veinte tiende a afirmar que el hombre no necesita a Dios. Pero, ¡tened cuidado! Esta filosofía sin Dios de la sociedad humana tan sólo conducirá a la inquietud, la animosidad, la infelicidad, la guerra y a un desastre mundial.

195:8.6

El secularismo jamás traerá paz a la humanidad. Nada puede tomar el lugar de Dios en la sociedad humana. ¡Pero prestad atención! No os apresuréis a abandonar las ganancias beneficiosas de la rebelión secular a partir del totalitarismo eclesiástico. La civilización occidental disfruta hoy de muchas libertades y satisfacciones como resultado de la rebeldía secular. El gran error del secularismo fue éste: al sublevarse contra el control casi total de la vida por parte de la autoridad religiosa, y después de obtener la liberación de dicha tiranía eclesiástica, los secularistas prosiguieron, rebelándose contra Dios mismo, a veces tácitamente, otras veces abiertamente.

195:8.7

Debéis a la rebelión secularista la extraordinaria creatividad del industrialismo americano y el progreso material sin precedentes de la civilización occidental. Puesto que la sublevación secularista fue demasiado lejos y perdió de vista a Dios y a la religión verdadera, también produjo una cosecha no intencionada de guerras mundiales e inquietud internacional.

195:8.8

No es necesario sacrificar la fe en Dios para disfrutar de las bendiciones de la rebelión secularista moderna: tolerancia, servicio social, gobiernos democráticos, y libertades civiles. Tampoco fue necesario que los secularistas antagonizaran a la religión verdadera para promover la ciencia y avanzar la educación.

195:8.9

Pero el secularismo no es la única causa de todos estos avances recientes en la expansión del nivel de vida. Detrás de las ganancias del siglo veinte están, no solamente la ciencia y el secularismo, sino también los efectos espirituales no reconocidos y no conocidos de la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret.

195:8.10

Sin Dios, sin religión, el secularismo científico no puede coordinar nunca sus fuerzas, armonizar sus intereses, razas, y nacionalismos divergentes y rivales. Esta sociedad humana secularista, a pesar de sus logros materialistas sin paralelo, se está desintegrando paulatinamente. La fuerza principal de cohesión que se resiste a esta desintegración del antagonismo es el nacionalismo. Y el nacionalismo es a la vez la principal barrera a la paz mundial.

195:8.11

La debilidad inherente del secularismo consiste en que desecha la ética y la religión a favor de la política y del poder. No se puede establecer la hermandad de los hombres si se ignora o niega la paternidad de Dios.

195:8.12

El optimismo secular social y político es una ilusión. Sin Dios, ni la libertad y la emancipación, ni la propiedad y la riqueza conducirán a la paz.

195:8.13

La secularización completa de la ciencia, la educación, la industria y la sociedad puede conducir tan sólo al desastre. Durante el primer tercio del siglo veinte los urantianos mataron a más seres humanos que los que fueron matados durante la entera dispensación cristiana hasta ese momento. Y éste es tan sólo el comienzo de la amarga cosecha del materialismo y el secularismo; destrucciones aún más terribles están por ocurrir.


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