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Las Personalidades Supremas Trinitarias

2. Los Eternos de los Días

18:2.1

Una Personalidad Suprema Trinitaria dirige cada uno de los mil millones de mundos de Havona. Estos gobernantes se conocen como los Eternos de los Días, y su número es exactamente mil millones, uno por cada una de las esferas de Havona. Son hijos de la Trinidad del Paraíso, pero al igual que los Secretos de la Supremacía, no hay ningún registro de su origen. Por siempre estos dos grupos de padres omnisapientes han regido sus mundos exquisitos del sistema Paraíso-Havona, y funcionan sin rotación ni cambios de asignación.

18:2.2

Los Eternos de los Días son visibles para todas las criaturas volitivas que habitan en sus dominios. Presiden los cónclaves planetarios regulares. Periódicamente, y por rotación, visitan las esferas sede central de los siete superuniversos. Son parientes allegados y equivalentes divinos de los Ancianos de los Días, que presiden los destinos de los siete supergobiernos. Cuando un Eterno de los Días está ausente de su esfera, un Hijo Instructor de la Trinidad dirige su mundo.

18:2.3

Excepto por lo que se refiere a las órdenes establecidas de la vida, tales como los nativos de Havona y otras criaturas vivientes del universo central, los residentes Eternos de los Días han desarrollado sus respectivas esferas enteramente de acuerdo con sus propias ideas e ideales personales. Ellos se visitan sus planetas, pero no copian ni imitan; siempre son completamente originales.

18:2.4

La arquitectura, el embellecimiento natural, las estructuras morontiales, y las creaciones de espíritu son exclusivas y únicas en cada esfera. Cada mundo es un lugar de belleza sempiterna y es totalmente diferente de cualquier otro mundo en el universo central. Cada uno de vosotros pasará un tiempo más largo o más corto en cada una de estas esferas singulares y estimulantes según os adentréis en vuestro camino hacia el Paraíso a través de Havona. Es natural, en vuestro mundo, hablar del Paraíso como lo que está arriba, pero sería más correcto referirse a la meta divina de ascensión como hacia adentro.


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