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La Última Cena

El Anhelo de la Preferencia  •  El Comienzo de la Cena  •  El Lavado de los Pies de los Apóstoles  •  Las Últimas Palabras al Traidor  •  El Establecimiento de la Cena de Conmemoración

DURANTE la tarde de este jueves, cuando Felipe recordó al Maestro que se acercaba la Pascua y preguntó sobre los planes para su celebración, pensaba en la cena de Pascua que debía comerse a la tarde del día siguiente, viernes. Era costumbre comenzar las preparaciones para la celebración de la Pascua no más tarde que el mediodía del día anterior. Puesto que los judíos consideraban que el día comenzaba a la puesta del sol, eso significaba que la cena de Pascua del sábado se comería el viernes por la noche, poco antes de la medianoche.

179:0.2

Los apóstoles, por lo tanto, no podían comprender el anuncio del Maestro de que celebrarían la Pascua un día antes. Pensaban, por lo menos algunos de ellos, que él sabía que sería arrestado antes de la hora de la cena pascual el viernes por la noche y, por consiguiente, los convocaba para una cena especial este jueves por la noche. Otros pensaban que ésta era simplemente una ocasión especial, que precedería a la celebración regular de la Pascua.

179:0.3

Los apóstoles sabían que Jesús había celebrado otras Pascuas sin cordero; sabían que personalmente no participaba en ninguno de los servicios del sistema judío que incluían sacrificios. Muchas veces había compartido el cordero pascual como huésped, pero en todos los casos en que él era el anfitrión, no se servía cordero. No habría sido para los apóstoles una gran sorpresa que se omitiera el cordero aun la noche de la Pascua, y puesto que esta cena se ofrecía un día antes, no les llamó la atención que faltara el cordero.

179:0.4

Después de recibir los saludos y la bienvenida del padre y de la madre de Juan Marcos, los apóstoles fueron inmediatamente al aposento de la parte alta, mientras Jesús se quedaba atrás para hablar con la familia de Marcos.

179:0.5

Se había acordado de antemano que el Maestro celebraría esta ocasión a solas con sus doce apóstoles; por lo tanto, no se había dispuesto que hubiera siervos para servirles.


 
 
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El libro de Urantia