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La Verdadera Naturaleza de la Religión

9. La Religión y la Moralidad

101:9.1

No se puede considerar auténtica ninguna revelación profesada de religión si no reconoce las demandas del deber de obligación ética que han sido creadas y fomentadas por la religión evolucionaria precedente. La revelación infaliblemente amplía el horizonte ético de la religión evolucionaria, expandiendo a la vez simultánea e infaliblemente las obligaciones morales de todas las revelaciones previas.

101:9.2

Cuando presumís juzgar críticamente la religión primitiva del hombre (o la religión del hombre primitivo), debéis recordar que hay que juzgar a estos salvajes y evaluar su experiencia religiosa de acuerdo con su esclarecimiento y estado de conciencia. No cometáis el error de juzgar la religión de otro con vuestras propias normas de conocimiento y verdad.

101:9.3

La verdadera religión es esa convicción sublime y profunda dentro del alma que amonesta obligatoriamente al hombre, que sería erróneo no creer en esas realidades morontiales que constituyen sus conceptos éticos y morales más elevados, su interpretación más elevada de los grandes valores de la vida y las realidades más profundas del universo. Y dicha religión es simplemente la experiencia de entregar lealtad intelectual a los dictados más altos de la conciencia espiritual.

101:9.4

La búsqueda de la belleza es parte de la religión sólo en tanto sea ética y hasta el punto que enriquezca el concepto de la moral. El arte es religioso tan sólo cuando está infundido de propósito que sea derivado de motivaciones espirituales elevadas.

101:9.5

La conciencia espiritual esclarecida del hombre civilizado no se preocupa tanto por una creencia intelectual específica o por un modo particular de vida como por descubrir la verdad del vivir, la técnica buena y justa de reaccionar a las situaciones constantemente recurrentes de la existencia mortal. La conciencia moral es tan sólo un nombre aplicado al reconocimiento y conocimiento humano de aquellos valores éticos y morontiales emergentes que el deber demanda que el hombre obedezca en el control y guía diarios de la conducta.

101:9.6

Aun reconociendo que la religión es imperfecta, existen por lo menos dos manifestaciones prácticas de su naturaleza y función:

101:9.7

1. El impulso espiritual y la presión filosófica de la religión tienden a hacer que el hombre proyecte su estimación de los valores morales directamente hacia afuera, hacia los asuntos de sus semejantes—la reacción ética de la religión.

101:9.8

2. La religión crea para la mente humana una conciencia espiritualizada de la realidad divina basada en conceptos antecedentes de valores morales y derivada por la fe de estos conceptos y coordinada con conceptos sobrepuestos de valores espirituales. La religión de esta manera se torna un censor de los asuntos mortales, una forma de fideicomiso moral glorificado y confianza en la realidad, las realidades enaltecidas del tiempo y las realidades más duraderas de la eternidad.

101:9.9

La fe se vuelve la conexión entre la conciencia moral y el concepto espiritual de la realidad duradera. La religión se vuelve la avenida de escape del hombre de las limitaciones materiales del mundo temporal y natural a las realidades excelsas del mundo eterno y espiritual mediante la técnica de la salvación, la transformación morontial progresiva.


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